LV. Fénix.

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»último capítulo. La canción les recomiendo escucharla para el final, en serio.

📌

—¡Mina! — Momo gritó a lo lejos y se acercó junto a Tristán para poder ayudar a la japonesa.

—Vámonos...— Pidió la castaña intentando levantarse. Momo apretó los labios y se bajó del lomo del equino para extenderle una mano.

—Necesitas descansar, Zeus huyó. Lo hiciste bien.

—No lo entiendes. — Tomando un gran respiro y apretando los dientes para no quejarse ante el agudo dolor que la envolvía se impulsó. Tristán recibió a su ama y relincho en cuanto esta tomó las riendas. — Él va por ellas...— No deseaba seguir explicando, tenía poco tiempo. Al golpear con su talón el lomo del equino este desplegó nuevamente sus alas. — Ayuda a tu padre. — Y con esa última orden salió de allí. El frío viento golpeaba con dureza su rostro y la espesa lluvia tampoco ayudaba, no podía mantener los ojos completamente abiertos. Inclinándose hacia adelante volvió a agitar las riendas para que Tristán se apurara. — Vamos, amigo...— Pidió en un murmullo. — Llévame con NaYeon.

Ni siquiera sabía cómo es que se estaba manteniendo en pie, sabía que ese último golpe había dejado muy malherido al dios, pero ella también había recibido un daño severo. Podía sentir su interior arder, era como si una llama se hubiese encendido e iba carbonizando todo a su paso. Aguanta. Se pidió a sí misma. No estaba acostumbrada a controlar tal poder, sin embargo, si había podido hacerlo una vez, bien podría repetirlo una última para acabar por completo con Zeus.

Solo escuchaba el fuerte aleteo de Tristán y el silbido del viento.

En cuanto su caballo fue descendiendo supo que habían llegado. Con miedo a encontrarse una cruel masacre buscó en toda dirección al dios o, al menos, a las demás chicas.

Fue imposible explicar el alivio que sintió en cuanto vio a Chronos y Gea parados frente a la entrada de una cueva, ambos en posición defensiva, impidiendo que Zeus pase.

—¡Te fuiste sin nosotros! — Reclamó la diosa en cuanto vio a Mina descender.

— Lo lamento. — No sabía cómo explicar esa extraña sensación de querer hacer todo sola, de no comprometer a nadie más en su batalla.

Zeus escupió al suelo. — Eres muy obstinada. — Mirando hacia ambos dioses que acompañaban a la muchacha, frunció el  ceño. — ¿Dejarás que ellos peleen por ti?

Mina se apresuró y extendió el brazo para detener a Chronos. — Ellos no harán tal cosa. Esto es entre tú y yo. Fuiste tan cobarde que viniste hasta aquí con la intención de tomar como rehenes a las personas que amo. — La japonesa dio un par de pasos hacia adelante. — ¿Por qué? ¿Tanto miedo me tienes?

— No me hagas reír, yo jamás podría temerle a una niña. 

— Demuéstralo. — Zeus hizo énfasis en los dos acompañantes de la menor y Mina negó. — Ellos no van a intervenir.

— Mina...

La japonesa se giró en dirección de ambos dioses y sonrió en agradecimiento por su oportuna intervención. — Déjenmelo a mí, por favor.

Ambos asintieron comprendiendo la determinación de la muchacha.

Fue Gea quien se acercó a ella y su mano la posó sobre la cabeza de Mina.

Ambas se quedaron en silencio por largos segundos mientras se miraban fijamente. La japonesa suspiró y dio un par de pasos hacia atrás cuando terminó de ver las visiones de la mayor. — Comprendo... — Dijo en un murmullo. — Supongo que así debe de ser.

↳ Olympus┇ MinaYeonTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon