XXII. Confidente.

2K 278 270
                                    

📌

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



📌

Nuevamente las cadenas del hombre encarcelado justo frente a él lo despertaron. — ¿Puedes dejarme dormir? — Cuestionó el dios, irritado y en voz alta intentando intimidarlo, aunque sabía muy en el fondo que su estado actual no podría ni asustar a un niño de cinco años.

— Es de día, amigo Ares. — Mintió con el mismo tono de voz, sereno e indiferente, como si no se encontrara preso en una incómoda mazmorra rodeado de lamentos lejanos. — ¿No duermes mucho últimamente?

— No hay mucho qué hacer. — Ares abrió sus ojos y encontró lo mismo que siempre, unas barras altas que sellaban su libertad. Todavía no había sido capaz de conocer la identidad del hombre parlanchín frente a su celda, pero el tiempo que allí estaba lo obligaba a conversar con él de vez en cuando para no dejarse caer en lamentos y tristeza. Estaba siendo fuerte, al menos eso creía, nadie podría seguir cuerdo después de pasarse la vida encerrado en el Tártaro.

— ¿Todavía crees que tu hija vendrá? — Esa pregunta la había repetido todos los días desde que cruzaron palabra por primera vez y siempre recibía la misma respuesta, respuesta que para esa ocasión no llegó.

Ares se quedó callado recordando a Mina. No sabía nada de ella, no sabía nada de nadie y eso, los últimos días, lo tenía inquieto.

— ¿Sabes lo que sucedió con Chronos? — Volvió a preguntar al ver que el dios prefería guardar silencio y que, por primera vez, no proclamaba a la menor como su futura salvadora.

— ¿Y tú sí? — Le devolvió la pregunta en tono sarcástico.

— Tal vez... últimamente me he sentido con mejor ánimo y energía, me pregunto por qué.  — El hombre misterioso volvió a caminar arrastrando sus cadenas, siempre oculto bajo la sombra de su celda. — ¿Crees que ya sea una joven muy poderosa?

— Ella ya es fuerte...

— Sabes a lo que me refiero, amigo mío. — Soltó una baja risa y miró hacia Ares. — Me pregunto... ¿cuánto tiempo debemos que esperar por ella? Debe estar ocupada, el mundo mortal tiene muchas distracciones, ¿y si ya se encontró con algo mejor que ayudar a su padre?

El dios, harto de las palabras de su único compañero, se levantó y se acercó a las barras, acercando su rostro lo suficiente como para que su nariz saliera entre los espacios.

— ¿Te hice enojar? — Preguntó con falsa inocencia. — Lo lamento. — Aguardó unos segundos mientras analizaba la molesta expresión de Ares. — No me mires así, ¿te han dicho que tus ojos son intimidantes? Si miras así a la persona equivocada podrías lamentarlo.

— No hables de mi hija como si la conocieras. — Advirtió antes de darse media vuelta para regresar a su asiento habitual, ignorando por completo el "consejo" que el desconocido le daba.

↳ Olympus┇ MinaYeonWhere stories live. Discover now