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Despreciado y a la vez temido, Ares se convirtió en padre. Decidido a cumplir sus deseos de venganza mantuvo con vida a su hija para convertirla en una grandiosa guerrera.
Pero no contaría con la improvista orden de su padre.
Zeus...
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»por si se preguntan cómo es Gea.
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NaYeon se alejó del alboroto que había en la sala esa mañana, la llegada de ChaeYoung y Momo había sido lo único que faltaba para que los bajos ánimos que las había rodeado desde la muerte de Jennie se alzaran. Soltando un suspiro ingresó a la única habitación donde se encontraba YooJin que tejía uno de los gorros que había prometido regalar a las dos pequeñas de la casa. La coreana se sorprendió de la grandiosa habilidad que la anciana mostraba al mover ambos palillos incluso sin poder verlos.
A su llegada YooJin se detuvo y alzó la cabeza en dirección de la puerta.
—No quise interrumpir. Lo lamento. — Se disculpó con una sonrisa a pesar de saber que la mujer no podía verla.
—Necesitaba algo de tranquilidad. — Confesó acercándose y sentándose en el espacio vacío a lado de YooJin. — ¿No le molesta?
—En lo absoluto. Hace mucho que no hablamos a solas.
—No creí que cuidar de tantas personas sería tan agotador. — Dijo logrando robarle una sonrisa a la anciana.
—Lo estás haciendo bien, tú y Tzuyu están adoptando un papel importante. — NaYeon bajó la mirada, ella no estaba haciendo nada importante a su parecer. — Ustedes ocho ahora son como una familia.
—Diez. — Corrigió la menor. — Usted y Mina cuentan también.
YooJin sonrió. — Por supuesto... — Dejando a un lado su avance posó ambas manos sobre sus muslos. —¿Cómo estás llevando su ausencia?
—A veces creo que Mina cruzará esa puerta y nos dirá que todo ha acabado. — NaYeon hizo un mohín al darse cuenta que eso no pasaría, ni siquiera sabía cómo se encontraba su novia. — Si ella estuviera aquí me sentiría mejor, no lo niego. Me siento tan desconsiderada al querer solo su presencia... — Con ambas manos cubrió su rostro y soltó un suspiro cansado. — Soy muy tonta.
—Estás enamorada, muchacha. Eso es todo. — A tientas dio unas ligeras palmadas sobre el muslo de la menor intentando llamar su atención. — Pero debes ser agradecida con todo lo que ahora se te está permitiendo tener. Solo nosotras estamos teniendo la fortuna de ser resguardadas por tantas personas poderosas.
NaYeon asintió dándole la razón y después de unos segundos en silencio frunció el entrecejo. — Aún así la extraño. — Se quejó como toda una niña pequeña, tal parece que solo Sana y YooJin podían comprender sus sentimientos, y ya que la pelirrosa se encontraba pegada como un chicle a Tzuyu, la anciana era su único recurso.
YooJin rió. — Ven.
La joven comprendió lo que quería la anciana y sin chistar obedeció, se acostó y terminó acomodando su cabeza sobre los muslos de la mayor dejando que esta acariciara sus cabellos. Si Mina lograba hacerla sentir amada y protegida, la anciana consiguió transmitirle ese cariño maternal que desde muchos años había estado extrañando y anhelando.
