Capítulo 2

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La mañana se vislumbraba hermosa con un sol brillante, tan cálido tan acogedor que no quería levantarse, se sentía como un gato panza arriba en un techo soleado.

- ¡Alejandro, despierta de una buena vez! - grito de su madre pasando enfrente de su habitación. Haciendo que regresara a la realidad.

El chico se estiro nuevamente, anoche había sido pesado, se sentía cansado. Pero no importaba si el entrometido chico hojitas lo había dejado amarrado en la calle durante 30 minutos o si se le habían escapado los ladrones, o si su padre lo había regañado anoche por las dos cosas anteriores, hoy era un nuevo día, tenía que ir a la universidad y vería al amor de su vida.... O bueno al chico que veía de lejos sin atreverse a saludar si quiera, llevaba algunos meses prendado, pero el susodicho ni sabia de su existencia.

- ¡Alejandro! - volvió a gritar su mamá desde la sala de la casa, regresándolo a la realidad, otra vez.

Salto de la cama corriendo al baño, mientras se quitaba el pijama. Él era un chico alto, cerca de metro noventa bastante tonificado y 90 kilogramos de puro musculo, totalmente lampiño de rostro, pelirrojo y de ojos color azul turquesa. Estaba consciente que era guapo y bastante llamativo para el resto de las personas en el mundo, sin embargo, su familia era bastante conservadora así que posibilidad de salir con alguien era bastante remota y más aún si ese alguien era un chico.

-me echarían a patadas....- suspiró en voz alta mientras se entraba a bañar.

Además, y, por si fuera poco, había heredado los poderes familiares sobre la luz, lo cual le daba una responsabilidad extra como protector de la ciudad.

-si no fuera por ese entrometido Lifeleaf, yo sería aclamado- balbuceo mientras se enjabonaba.

Alejandro había sido entrenado para mantenerse siempre positivo, alegre y motivado pues de esas emociones venia su control sobre la luz, sin embargo, su constante enfrentamiento con el otro super héroe lo había hecho enojar en más de una ocasión, por lo que sus padres tuvieron que desarrollar una armadura que le ayudara a controlar sus habilidades.

Al llegar a la universidad corrió apresurado pues, gracias a sus constantes idas de cabeza perdió demasiado tiempo y llego cinco minutos tarde. Recibiendo un pequeño pero contundente regaño por uno de los más gruñones profesores de su carrera.

Él simplemente se sentó en silencio asintiendo con la cabeza y esperando que aquel anciano continuara su clase sin hacer mucho escándalo por la "majadería de los jóvenes de hoy en día".

Al terminar la clase se encontró con Mateo, uno de sus compañeros de carrera que a su vez era uno de sus mejores amigos.

-Uy y eso por que tan bien arreglado el día de hoy-canturreo Mateo al verlo.

-hoy pienso acercarme e invitarlo a salir- dijo decidido, pues esa había sido su intención desde que se levantó esta mañana. Ya estaba cansado de pensar en que dirán sus padres o que pensarían los demás, él quedara darse esa oportunidad ya si lo rechazaban al menos hizo el intento.

- ¡eso! Así me gusta, y ya que estas tan decidido al menos puedo saber ¿quién es la afortunada que te tiene babeando hace meses? - puyo con el codo la cadera de Alejandro, pues la diferencia de altura de los dos era evidente -Espera... dijiste invitarlo, ¿¡ES UN CHICO!?.... -grito antes que su amigo le tapara la boca con una de sus manos. Que básicamente le cubrió toda la cara.

-cállate-sentencio mirando para todos lados, esperando que nadie los haya escuchado. -si es un chico, soy gay, eres el primero en saberlo... - termino un poco avergonzado. Mateo noto esto y que para Alejandro aún era un poco difícil manejarlo.

Luz y vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora