Capítulo 1

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La música que salía de mis audífonos inundaba mis pensamientos mientras miraba por la ventana. En el camino logré ver el nombre de mi nuevo condominio, enseguida comencé a ver las casas grandes y lujosas, seguido de autos elegantes y jardines espectaculares.

No vivíamos para nada mal, Nicolás y mi madre son grandes empresarios, por lo que nunca me hizo falta nada desde que nací. Él me crió como si fuera mi padre, pero jamás sentí esa conexión con él, por lo que jamás le dije "papá" o le di una muestra de cariño más allá de un "gracias, Nicolás" después de comprarme algo.

—¿Mamá, cuando va a venir mi papá? — preguntó Annaleigh quien iba en el asiento delantero.

Mi madre hizo una mueca.

— Creo que si pasarán algunas semanas. Es complicado pasarse a vivir a otro estado cuando trabajas, debe ordenar unas cosas de la empresa y luego tendrá que arreglar todo de la sucursal que acabamos de abrir aquí. Lleva tiempo, estará ocupado. — dijo mostrando una sonrisa que nunca me dedicará. Diablos, creo que soy muy rencorosa.

Llegamos a la que sería nuestra nueva casa, el camión de mudanzas ya estaba parqueado ahí con sus trabajadores bajando nuestros muebles. Tomé una de mis maletas de ropa y decidí adentrarme a la casa. Era inmensa, me sentía un poco inútil al pensar que solo viviríamos cuatros personas en este lugar. Tenía 5 habitaciones, tres salas de estar, un patio con piscina, un comedor con su respectiva cocina y muchos baños, no logré contarlos todos.

Regresé a la puerta principal y vi unas escaleras de madera que quedaban perfectas con el color de las paredes que eran de melocotón, tenía forma de "Y", iban hacia arriba, pero en un cierto punto se dividía en dos. Esto es demasiado exagerado, la otra casa no era tan grande y me sentía cómoda, esto está fuera de lo normal. Subí las escaleras y entre a una habitación y de nuevo... ¡Era inmensa! Vi las maletas de mi madre y salí de esa habitación ya que no es la mía, tampoco quería alegarme con mi madre por equivocarme de habitación. Porque de verdad mi madre y yo peleamos por todo.

Rodeé las escaleras que estaban bastante iluminadas por las hermosas ventanas que estaban alrededor, y entre a la última habitación, la cual está más apartada de todas las demás y era grande, espaciosa, iluminada, y muy cómoda; tenía su baño ¡su grandísimo baño! y un balcón donde cabría una pequeña sala. Tenía vista hacía el patio trasero, un lindo jardín con un área social y piscina. Podía ver el jardín y parte de la casa del vecino de atrás, era lindo... El patio, no él. Porque está de espaldas nada más, tiene una buena espalda.

—Dios mío, Emma. Deja de espiarlo. — me dije y me alejé del balcón.

Pero no estoy haciendo nada malo, sólo miraba mi nuevo patio, ¿no?

Me acerqué de nuevo al balcón y el chico todavía seguía de espaldas, sin camisa, mientras hablaba por celular. Parecía molesto, porque negaba constantemente la cabeza. Me gustaba el tatuaje en la parte derecha de su espalda baja.

— Decidí quedarme con la más pequeña no tengo muchas cosas así que rogué para que te dieran esta. — dijeron a mis espaladas. Volteé rápidamente y me encontré con los hermosos ojos verdes de mi hermana.

Annaleigh era muy diferente a mi madre, ella sentía que debía esforzarse demasiado para que nos lleváramos bien. Cuidaba sus palabras, sus pasos y hasta su respiración cuando hablaba conmigo, sentía que de algún modo tenía miedo de arruinar la relación que nos había costado formar por los inconvenientes con mi madre. No puedo negar que al principio su presencia y ella en sí me fastidiaba por la sencilla razón de que mi madre realmente la quería, no como fue conmigo, pero con el tiempo maduré esos sentimientos y comencé a ser más flexible, porque realmente tocó mi corazón como ella siempre había querido acercarse a mí.

Love Criminal (2da Edición) - El Imperio HudsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora