16. Casi cuatro días enteros

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Natalia amaneció con la salida del sol, apenas había dormido. Se levantó de la cama de Julia, le dejó un beso en la frente y una nota en la mesilla y salió de la casa sigilosamente para dirigirse a la suya. Durante el trayecto no paraba de pensar en cómo iba a explicar lo que había pasado la noche anterior y en qué iba a hacer para solucionar la situación que probablemente se iba a encontrar en su casa.

La que me va a caer...

Se plantó frente a la puerta de entrada y esperó unos minutos con las llaves en la mano hasta que consiguió armarse valor y entrar. Suspiró de alivio al ver que la llave entraba sin problema, por un momento pensó que igual habían cambiado la cerradura... Dejó su abrigo en la entrada y se dirigió a la cocina, pues ya olía a café pese a ser poco más de las 8 de la mañana.

Se encontró a sus padres sentados en la mesa, con una taza cada uno entre las manos y hablando en un tono muy bajo. Carraspeó para llamar su atención y la mirada de ambos se dirigió a ella misma.

- Hola.

Los padres de Natalia se miraron sin decir nada, solo suspirando, y Mikel, su padre, se llevó una mano a la frente para frotar la zona con fuerza. Ese gesto, al menos hasta el momento, siempre iba acompañado de un "me has decepcionado" y una buena bronca, pero, para sorpresa de Natalia, permaneció callado.

- Puedes irte esos dos días para ver la exposición - fue su madre la que habló, rompiendo el silencio que se había formado.

- ¿Qué? - Natalia se sorprendió ante aquella respuesta. No se esperaba para nada ese tipo de reacción. Lo que pensaba que se iba a encontrar era una negativa a todo lo que dijera, malas caras y malos humores que iban a conseguir enredar todavía más la situación.

- Que puedes ir a la exposición, siempre que no dejes nada pendiente o dejes a Julia atenta a ello - avisó su madre levantando un dedo, pero manteniendo la calma.

- ¿Estáis hablando en serio? - dirigió la mirada a su padre, que parecía no querer mirarla directamente a los ojos y se mantuvo con la mirada fija en la taza de café.

- ¿Por qué no íbamos a hablar en serio?

- Porque ayer parecía que era una locura pedirte dos días... ¿ahora puedo ir?

- Si. Pero esto no significa que no estemos decepcionados por tu actitud de ayer, dejaste plantada a tu tía con la cena preparada y fue realmente desagradable.

- Lo sé, pienso ir a pedirle perdón hoy mismo - si de algo se arrepentía la morena era precisamente de eso. Su tía y el resto de su familia no tenían culpa de nada.

- Muy bien.

Sus padres se levantaron de la mesa y María se acercó a su hija, con una sonrisa sutil dibujada en la cara y acariciando su mejilla con delicadeza.

- Feliz año nuevo, cariño.

- Feliz año nuevo, mamá.

- ¿Dónde fuiste?

- A casa de Julia - María asintió, es lo que se había imaginado.

- No queremos que seas infeliz, así que si es así como te sientes por no poder ir a esa exposición, ve.

- Gracias.

- Pero tendremos que hablar tranquilamente, Natalia, no nos gustó lo que hiciste ayer. Fue una falta de respeto a todos, ¿tú sabes lo hecha polvo que se quedó tu tía cuando te fuiste de su casa?

- Entiendo que lo hice mal, mamá. Puede que no fuera el momento, pero me he cansado un poco de que intentes controlar todo lo que tiene que ver con mi vida.

SIETE DÍAS EN COPENHAGUE // ALBALIAWhere stories live. Discover now