—¿Así que Nate? ¿Eh?
Dejé de cepillar mi cabello al oír la voz de mamá detrás de mí y le regalé una pequeña sonrisa, mirándola a través del espejo. Fruncí ligeramente las cejas al observar mi aspecto y luego ladeé la cabeza, analizando cómo lucía.
El día de hoy, raramente, el tema de mi apariencia me estaba poniendo nerviosa y debo admitir que tardé horas eligiendo qué usar. El cómo me veía nunca había sido un problema para mí, pero estaba muy ansiosa y quería verme bonita, quería sentirme bonita, cómoda y brillar como nunca.
En el reflejo del espejo, justo detrás de mí, pude ver cómo mamá me regalaba una sonrisita y luego alzó ambas cejas, curiosa.
—Hola, mamá —Saludé por fin, girándome para quedar frente a ella— ¿Ocurre algo?
—Nada, hija —Respondió, avanzando unos pasos en dirección a mí. Una vez cerca, la mujer tomó un mechón de mi cabello y lo pasó detrás de mi oreja para después volver a sonreír— ¡Te ves preciosa!
Reí por lo bajo y le di un corto abrazo en forma de agradecimiento. A pasos lentos, me posicioné otra vez frente al espejo y tomé aquel labial rojo que a mí tanto me encantaba para luego agregarle color a mis labios. Decidí no usar mucho maquillaje y, además del labial, sólo enricé mis pestañas para hacerlas lucir más largas y resaltar mis ojos.
Perfecto.
Mi cabello aún estaba un poco húmedo debido a la ducha que había tomado hacía unos minutos, así que lo mantuve suelto. Gracias al ambiente más veraniego que había aquí a diferencia de la ciudad llena de nieve y lluvia, pude usar ropa más ligera y adecuada a las temperaturas, no era necesario ir como un pingüinito arropado.
—¿Nate y tú...?
La voz con tono curioso de mamá llamó mi atención y giré rápidamente hacia ella.
—¡No! —La interrumpí de inmediato, abriendo los ojos de par en par. Ella alzó ambas cejas y sonrió divertida—. Bueno... ¿Algo así?
Mamá dio unos golpecitos sobre la cama y, rendida, caminé hacia ella para sentarme a su lado. La mujer tomó con delicadeza mis manos entre las suyas y la sonrisa que tenía plasmada en el rostro no hizo más que ponerme nerviosa, ¿por qué demonios sonreía tanto? Van Gogh, no sabía si aquello era algo bueno o malo.
—¿Te gusta? —Indagó.
Para qué te digo que no si sí.
Asentí en silencio a la vez bajaba la mirada, frunciendo levemente los labios.
Ella no dijo nada. Se quedó callada y pude sentir su mirada atenta sobre mí. Pocos segundos después, me rodeó cuidadosamente con sus brazos, apegándome a su cuerpo y haciéndome sentir segura.
—Oh, Lane, ¡estoy tan feliz por ustedes! —Murmuró, acariciándome el cabello. Yo dejé escapar un pequeño suspiro y descansé mi mentón en su hombro—. Nate es un buen muchacho...
YOU ARE READING
Un Dulce Invierno
RomanceLo que para Lane serían las mejores vacaciones de su vida, terminan convirtiéndose en un completo vaivén lleno de emociones ante la propuesta de su madre. Lane Foster y Nathan Hederson se conocen desde pequeños, podría decirse desde que nacieron. Un...