•Capítulo 3: Mujer al agua•

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—¿Qué?

Nate estaba de pie frente a mí y yo me encontraba sentada sobre su cama con los brazos cruzados. No sabía la hora exacta, sólo estaba consciente de que era más de media noche y Rachel al fin había dado señales de vida, así que debía unirme a nuestra llamada junto a Jake dentro de quince minutos o sería mujer muerta.

Y oh, para nada quería eso. Al menos no por ahora.

—Necesito un consejo, Lane.

—Adelante —Fruncí las cejas— Nathan, sabes que llevamos más de diez minutos así, ¿no? Tengo un montón de cosas que hacer, date prisa.

Él soltó un suspiro y se sentó junto a mí.

—Bueno... No es un consejo —Intentó explicar y levanté una ceja— Necesito tu opinión respecto a algo.

—¿Si? —Me puse de pie y lo señalé— ¡Mentira! ¡Planeas algo malo contra mí!

—¡Claro que no! —Se defendió— Y baja la voz, todos duermen.

No pues, que considerado.

Es tu culpa —Lo señalé— ¿Acaso no puedes esperar hasta mañana?

—Ya es mañana, Dunky —Me sonrió— Es más de medianoche. Ahora siéntate.

—Me siento porque quiero, no porque me lo digas tú.

Gruñí y me senté nuevamente sobre la cama. Nate podía ser un odioso y muy molesto en ocasiones, ¡pero vamos! Yo era una buena persona y si alguien necesitaba un consejo u opinión siempre estaba dispuesta a ayudar. Así que aquí estaba yo, frente a Nathan Hederson esperando a que dijese algo.

Pero no lo hizo.

Iba a reprochar hasta que ví que se movió. Nate no pronunció ninguna palabra y sólo caminó hacia la esquina de la habitación para tomar su guitarra. Mis cejas se fruncieron un poco y me dediqué a observar atenta cada uno de sus movimientos.

—Necesito tu opinión respecto a esto —Murmuró y se sentó a mi lado— Se honesta, ¿si?

Asentí.

A los pocos segundos una bonita melodía resonó en mis oídos y los dedos de Nate se movieron de manera sincronizada sobre las cuerdas de la guitarra. Decidí observarlo a él por un momento; sus cejas estaban levemente fruncidas y sus ojos posados en el instrumento, él estaba muy concentrado en ello.

Y debo admitir algo... Lo que estaba oyendo era lo más bonito que había escuchado en muchísimo tiempo.

Nate parecía un experto, la melodía era muy buena pero tenía un toque triste, o al menos así la sentí yo. Podía jurar que mi boca estaba entreabierta y lo observaba como una boba. Casi un minuto después se detuvo y posó sus celestes ojos en mí.

Una palabra: Wow.

—¿Y? —Preguntó— ¿Qué opinas?

—Me gusta —Asentí y sonreí un poco— Nathan, eso está genial.

—¿No crees que le falta algo? —Frunció los labios y descansó la guitarra sobre la cama—. Es realmente importante.

Nah —Me encogí de hombros y me puse de pie— Eres un completo fastidio, pero no te mentiré, eso que acabas de tocar es hermoso.

—Gracias.

—No hay de qué —Asentí— Esto me sigue asustando —Entrecerré los ojos y él levantó las manos fingiendo inocencia— ¿Es todo? ¿No bromas? ¿No comentarios molestosos?

Un Dulce InviernoWhere stories live. Discover now