Prólogo

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[ Manhattan, Nueva York, 2008 ]

Impaciente y con el estómago vacío la joven de diecisiete años, Jossie Adams, viajaba en un elevador de servicio dentro de un caro edificio de apartamentos. La pequeña bocina ubicada en el techo chilló mientras que una luz roja se encendía en el panel de control. Segundos después las puertas de aluminio se abrieron violentamente.

"Piso 13" decía un anuncio apenas mirar fuera. La chica se inclinó hacia adelante para dar un vistazo al lugar, giró la cabeza en ambas direcciones y sintió un gran alivio al ver que el pasillo se encontraba vacío. Salió caminando hacia la izquierda con las manos metidas en su sudadera gris y la mirada fija en el suelo.

—Apartamento 13-7, está es tu ultima oportunidad... no es momento de sentir miedo, Jossie —se dijo a sí misma mientras caminaba hacia el final del piso un tanto insegura.

Su ropa estaba un tanto maltrecha y no llevaba maquillaje, la chica apresuró el paso y finalmente se plantó firme frente a la puerta de madera que tenía la placa "13-7". Había llegado sin problemas, pero ya tenia un rato cuestionándose lo fácil que había sido despistar a los guardias de la recepción. Tenía el presentimiento de que sería atrapada antes de que atendieran esa puerta.

—Todo saldrá bien, se acordará de mí. ¡Tiene que acordarse de mí! —pensó la joven respirando suavemente. Tocó el timbre y se aseguró de que su rostro estuviera a la altura de la mirilla, pasaron un par de minutos y no hubo respuesta.

—Vamos anciano... no me pueden arrestar de nuevo —dijo Jossie en voz baja mientras rascaba su muñeca izquierda con impaciencia.

De pronto, se escuchó un sonido estruendoso tras la puerta de madera, algo bastante pesado había caído al suelo. La chica se asustó y su corazón comenzó a acelerarse, no había vuelta atrás. Si la atrapaban esta vez la juzgarían como adulto, al menos eso había dicho el juez la última vez

Su vida nunca había ido en la dirección correcta y a pesar de ser tan joven se sentía acabada, los eventos de su pasado la atormentaban cada noche en forma de pesadillas mientras que durante el día padecía de severos ataques de ansiedad. Jossie había estado durmiendo solo cuatro o cinco horas cada veinte, se sentía frágil y adormecida.

Sin previo aviso la puerta se abrió y el hombre al que buscaba apareció tras esta. Jossie sintió un escalofrió intenso en cuanto procesó su aspecto, el sujeto llevaba un cuchillo bañado de sangre fresca en la mano izquierda. Tenía unas cuantas gotas en su rostro y se veía un tanto agitado.

La joven dio un paso hacia atrás por simple instinto, el hombre que tenía enfrente no se parecía nada al elegante investigador que había conocido unos días atrás. El sujeto pasaba de los sesenta años, era bastante alto y aunque conservaba el porte, su mirada producía miedo, tanto era así que tras unos segundos, Jossie fue incapaz de verlo directo a los ojos.

—Doctor... ah... —dijo la chica intentando disimular su expresión confundida, intentaba pensar en una razón lógica para semejante aspecto. El silencio se prolongó y el anciano decidió tomar la palabra.

—No hay necesidad de asustarse, niña —dijo con calma mientras llevaba el cuchillo a su espalda y lo guardaba en su bolsillo trasero —Sucede que practico la taxidermia y en estos momentos estoy preparando un animal. ¿Que es lo que necesitas? Date prisa, por favor.

—¿Taxidermia? No estoy segura... —pensó la chica al instante, pero aquel riesgo siempre había estado presente, así que Jossie se convenció a si misma de aquella explicación para enfocarse en su objetivo, era una mejor apuesta el no dudar y simplemente dar paso a la charla.

Bajo la TormentaWhere stories live. Discover now