Pensar en todo ello le subió el ánimo. Saber que estaba cada vez más cerca de su meta le hacía sentir mejor, pero tan rápido como ese pensamiento llegó, fue reemplazado con otro que dejó su cabeza dentro de un vacío.

¿Qué había después de eso? ¿Después de lograr su meta?

Sus movimientos se detuvieron a mitad de la cocina, los iris rubíes fijos en la mesa con los dos desayunos que estaba preparando; las tazas de café seguían entre sus manos, mientras su cabeza se repetía la pregunta que se asomó a su consciencia de la nada. Una vez que alcanzara el primer lugar, ¿qué haría después? Por supuesto que intentaría mantenerlo lo más que pudiese, pero sentía que en cuanto alcanzara ese lugar, su meta estaría completa y se quedaría vacio.

¿Qué haría después? ¿Qué meta buscaría después? La idea de una vida vacía, solo esforzándose por mantener un primer lugar, no se escuchaba tan agradable. Se escuchaba horrible, sin sentido, demasiado simple para ser el único ideal de un ser humano.

Al dejar lentamente las tazas de café sobre la mesa, su cabeza se aclaró al captar la silueta de Shouto caminar por frente la cocina en dirección a la puerta principal sin siquiera mirarlo.

—¿Qué demonios? —inquirió, asomando su cabeza detrás del pilar de la encimera y mirando a su novio buscando las llaves—. ¿Crees que hice tu jodido desayuno para que no lo pruebes?

Los iris bicolores se posaron en él con cansancio, fríos y sin el deseo de responder. Pero lo hizo. Katsuki hubiese preferido que mantuviera la maldita boca cerrada.

—No te pedí que lo prepararas —respondió Shouto—. Y no tengo apetito.

Jodido... Está bien, está bien, apretó los puños para controlarse.

Era demasiado temprano para discutir, recordó, no quería marcharse a la maldita agencia con un dolor de cabeza, y no quería tener que pensar durante todo el día en una discusión matutina; ya tenía suficiente con recordar una y otra vez la pelea del día anterior.

—Ya lo preparé y se está enfriando —Se cruzó de brazos—. Deja de ser un idiota irresponsable y cómelo.

Shouto suspiró. Continuó buscando sus llaves sin dirigirle la mirada. Se movió lejos de la entrada, sin encontrar señales del objeto dentro de la fuente a un lado del recibidor. Caminó y buscó por el salón, ignorando al rubio una vez más.

Aquella actitud no hizo más que molestar a Katsuki. Volvió a apretar los puños, con más fuerza esta vez, y se mordió el interior de la mejilla para no estallar.

—Medio idiota —insistió—. Ven a desayunar.

—No tengo hambre —repitió el hombre inmediatamente, aún sin mirarle—. Y tengo mucho trabajo hoy. ¿Dónde están las llaves?

—¿En serio te irás a la agencia sin comer nada? ¡El desayuno es lo más importante!

—Comeré algo de camino.

—¿En serio? ¡¿Cualquier basura de la calle es mejor que mi comida?!

El bicolor reprimió un profundo suspiro. Su estrés se reflejó en cada parte de su cuerpo, desde la expresión en su rostro, la tensión en sus hombros y cómo apretaba los puños. Todo en él gritaba que necesitaba que dejase de insistir y le dejase solo, pero estaba jodidamente loco si creía que dejaría ir el tema tan fácilmente.

Shouto hizo todo lo posible por no alzar su voz, pero la tensión en sus cuerdas vocales era notoria una vez habló.

—¿Por qué estás haciendo un escándalo por esto?

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