❝ CAPÍTULO 11 ❞

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Itachi confía plenamente en esos dos.

Y todo eso, le hizo recordar que tenía bastante sin viciar los aposentos de su honorable consorte.— Avisa que ésta noche visitaré a la honorable consorte, Hinata. —Le ordenó al erudito que yacía a su costado.

...

Aquellos inútiles rumores dejaron de rondar después de aquella visita nocturna. Además de ello, el emperador mandó a llamar a Sasuke a su estudio. Quería hablar con él sobre los conflictos que estaban sucediendo con su ducado.

— ¿Y? ¿Cuál es el plan? —Preguntó bastante cansado. Sus ojeras estaban tan marcadas, que se notaba a simple vista lo agotado que estaba.

Nuevamente se estaban haciendo presente los rebeldes de Huan y habían descubierto varios infiltrados en el Ducado de Sasuke, además del condado vecino y pequeñas ciudades. Temía que volvisen a atacar Yeng en tan poco tiempo y justo había conflicto en las fracciones militares. Tenían una grieta en su fortaleza y seguro que la aprovecharía y el continente de Xiao tomaría ventaja para mandar a su ejército de soldados, artistas marciales y bestias.

Ya habían perdido tres grandes ciudades y sí cedian aún más, estarían en graves problemas.

— Intento solucionarlo. —Contestó Sasuke sin dar más información.

— Pero, ¿Cómo? —Cuestionó Itachi y su hermano se mantuvo en silencio, cosa que le irritó.

Antes hubiese comprendido y apoyado con los ojos vendados, pero el cansancio y estrés le estaba jugando una mala partida. Agregando que ahora en sus manos yacía la vida de todos los ciudadanos de Yeng, y no sólo la suya. Tenía una gran responsabilidad hacia su gente.

No obstante, le conocía. Sabía que no iba a sacarle alguna otra palabra por lo que se rindió. Echó su espalda hacía atrás y acarició el pequeño puente de su nariz. Su vista ardía después de permanecer despierto de manera continua por setenta y dos horas.

Cuándo estaba por sacar el tema de Hinata, un guardia anunció la llegada de un tercero.— Su majestad, la emperatriz pregunta sí puede pasar.

Últimamente Mië llegaba a esa hora con té y bocadillos, además de que colocaba un incienso que le relajaba, además de un pequeño masaje. Eso le ayudaba a descansar un poco y le daba energía para continuar con el papeleo.

— Dile que puede entrar. —Agitó su diestra y el guardia se retiró para avisar el consentimiento y abrirle las puertas a la hermosa rubia.

— Oh. Cuñado. —Saludó con aquella majestuosa y sonrisa de miel.— Traje algunos bocadillos para tú hermano, pero son sufiencientes para que puedas probar algunos. —Detrás de ella se veía a una sirvienta que cargaba con una pequeña canasta.

El entrecejo de Sasuke se frunció por un instante. Nunca le gustó la confianza con la que esa mujer se refería a su persona. A los únicos que les permitía tratarle con tanta confianza era a su difunto padre, la viuda emperatriz y a Itachi, por supuesto.

— No. —Le contestó y ni siquiera se molestó en ser respetuoso, aunque fuese la nueva emperatriz.— Me retiro. —Le avisó a Itachi y sin darle una sola mirada a la de cabellos rubios, se retiró.

Aunque no fue la única, pues la moza que acompañaba Mië también se fue al dejar las cosas en una pequeña mesa que yacía al costado derecho del escritorio. Ese lugar fue instalado para que pudiese hacerle compañía al emperador.

Con la larga manga de su hanfu, ella cubrió la parte inferior de su rostro. Se veía tan pequeña y vulnerable de esa manera.— ¿Podría ser que el cuñado me odia? —Preguntó en un tono quebrado. Parecía que en cualquier momento se iba a quebrar, por lo cual Itachi se levantó de su asiento para abrazarla. Deseaba protegerla.

Sobreviviendo en el harén || SasuHina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora