Capítulo 4

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Luis

Me despierto sobresaltado de nuevo, solo he estado durmiendo por intervalos cortos de tiempo desde hace dos días, Sylvie está enferma.

Creo que aquel susto que me dio no se me ha ido, aún recuerdo que dejé a Sylvie y a Nephy tomando té en la sala, yo tuve qué ir a mí habitación para preparar algunas cosas de la clínica, después de un rato escuché cómo la puerta principal se cerraba con fuerza así que imaginaba que Nephy se acababa de ir, salí de mi habitación para ver cómo le había ido a Sylvie, pero cuando estaba apunto de bajar las escaleras escuché como unos platos se rompían, pensé que ella se había resbalado así que acelere mi paso, hasta que escuché un grito y en ese momento sentí cómo mi corazón se aceleró. Bajé las escaleras gritando su nombre y cuando llegué a la cocina la ví de pie sosteniendo su cabeza, podía ver por su cara que sentía dolor, ya que tenía los ojos cerrados con fuerza, le hablé y entonces ella se desmayó frente mí, logré sostenerla antes de que cayera a el piso y en cuánto la toqué pude notar que su piel estaba caliente, así que la cargué en mis brazos, la llevé a su habitación para acostarla en su cama e inmediatamente coloqué un termómetro, ella tenía 40 grados de temperatura, lo normal es tener 36 o 37 grados, así que tan rápido cómo pude llené una cubeta con agua fría y comencé a ponerle toallas con agua en su frente y brazos, la he estado cuidando sin descanso, siempre que le doy medicamentos o un poco de comida ella lo vomita a las pocas horas, la fiebre a veces baja uno o dos grados para luego volver a subir.

Me levanté de mi cama y fui a su cuarto, ella estaba como la había dejado hace treinta minutos, acostada en su cama y con varios trapos remojados en agua sobre su cuerpo, solo que ahora tenía los ojos abiertos.

Escuché como se quejó un poco, con la mirada perdida.

-aquí estoy Sylvie- le dije sentandome en su cama y tomando su mano

-¿Amo?, sus manos son muy grandes, ¿o las mías son muy pequeñas?- había algo en su tono de voz que no estaba bien, parecía cómo si estuviera ebria

-creo que un poco de ambas, ¿no crees?-

-creo que sí, usted es muy sabio- dijo viendo mi mano

-ja, ¿como te sientes?-

-un poco mejor que antes, pero no siento mi mano derecha- ella alzó su mano, parecía que la tenía entumida ya que le colgaba, tal vez en algún momento durmió sobre ella

Le toqué su cabeza y parecía que su fiebre había bajado un poco, pero no podía saber con exactitud así que le puse un termómetro en su boca

-puaj- dijo haciendo gestos de asco mientras trataba de sacarlo

-tranquila, es por tú bien-

Tal vez esta actitud suya se debe a que la fiebre llego a afectar un poco su cerebro y la dejo aturdida.

Pasaron unos minutos y se lo quité, tenía una temperatura de 38.2 grados, estaba alta pero mucho menos que antes.

-amo es muy apuesto, ¿verdad Nephy?- dijo con un tono de burla después de un rato

Eso me tomo por sorpresa, ¿estaba tan aturdida cómo para confundir a la gente?

-ehh, Sylvie, yo no soy Nephy- le dije riendo

-¿no?, Pero tú eres tú, yo soy yo y amo es amo, aunque con esa conversación, puedes comenzar a verme como su pareja-

-¿su... Pareja?- dije conteniendo la risa, sentía cómo mi cara se ponía roja

-¿queee?, Si contigo lo descubrí, amo me gusta Nephy-

Sentí que mi corazón se detuvo por unos segundos, ¿de verdad le gusto? Tal vez solo es por su estado actual pero, ¿y si no?, quiero decir, ella es muy linda, y siempre que la veo siento una felicidad que muy pocas veces he sentido, también se que quiero verla feliz, cuando acaricio su cabeza y ella me mira sonriendo puedo sentir cómo mi corazón se derrite, quiero protegerla y quedarme a su lado... Maldición, nunca lo había pensado, siento cómo mi corazón va incluso más rápido que cuándo ella gritó hace unos días.

Enseñando A Sentir (Segunda Edición)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant