𝟬𝟯𝟱 : 𝘀𝗶𝗰𝗸! 𝘁/𝗻 (𝟰/𝟲)

Start from the beginning
                                    

— No te vayas. — Te quejarías, estirando de él con la poca fuerza que tendrías. Él solo soltaría una suave risa.

— No voy a ir a ninguna parte, amor. Solo quiero agarrar algo de medicina y comida para ti. — Te aseguraría, un gruñido escapándose de tus labios ante la mención de la comida. No querrías comer nada, ya que no querrías arriesgarte a vomitar de nuevo. — Sé que no quieres pero lo necesitas, no has comido casi nada. Es comer voluntariamente o llevarte al doctor y que te obligue a comer. Tú decides, bebé. — Te advertiría con una ceja elevada, haciendo que soltases un gruñido antes de asentir.

— Vale. — Murmurarías, ganándote una de sus sonrisas y acurrucándote aún más entre las sabanas. — Me estoy congelando. — Calum frunciría el ceño al oírte, la habitación ni siquiera estando cerca de hacer frío y llevando una mano a tu frente. Soltaría un suspiro al notar lo caliente que estarías. Genial, pensaría, fiebre.

— Lo sé. Te he traído un par de calcetines para que te los pongas y llamaré a recepción para que suban una manta para ti, ángel. — Comunicaría, alcanzando una de las bolsas para sacar la medicina junto con una botella de agua y un paquete de galletas. Vertería la cantidad recomendada dentro del pequeño vaso de plástico y desenroscaría el tapón de la botella antes de sentarse en la cama. — Tomate esto. — Te extendería el vaso mientras recostarías tu espalda contra el cabezal de la cama, tomándote el contenido y poniendo cara de disgusto ante el sabor. — Toma, come algo también, ayudará a deshacerte del sabor. — Recomendaría, entregándote el paquete de galletas después de que le dieses un par de tragos al agua. Lo mirarías algo dudosa pero él te miraría asintiendo y animándote a hacerlo. — Solo un par, cielo. Necesitar comer algo eso es todo. — Explicaría con dulzura.

Su cabeza en esos momentos iría a mil por hora, pensando en que podría hacer contigo al día siguiente, sabiendo que su horario estaría lleno y tendría que comenzar a las seis de la mañana para viajar hacia la siguiente ciudad. Suspiraría ante el pensamiento, moviendo su mirada para verte darle un pequeño mordico a una de las galletas con virutas de chocolate. Esto le haría sonreír, viendo que ya te habrías comido unas cuentas mientras él estaría perdido en sus pensamientos.

— Eso debería ser suficiente, amor. — Calum notaría tu cansancio, viendo las ojeras bajo tus tristes ojos. Agarraría el paquete de tus manos y lo dejaría sobre la mesita de noche mientras tú volverías a tumbarte, quedándote dormida casi inmediatamente. — ¿Qué voy a hacer contigo? — Suspiraría, apartando algunos mechones de pelo de tu rostro para después besar tu frente.

...

— t/n- — Cal no podría ni acabar la frase cuando ya estarías corriendo hacia el baño, inclinándote sobre el retrete y devolviendo todo el contenido de tu estómago. Calum se apresuraría a seguirte, aguantando tu cabello para que no se manchase y acariciando tu espalda mientras tu cuerpo se sacudiría ante tus sollozos. — Ya está, amor. Tranquila. — Trataría de calmarte, su voz cansada sonando dulce y algo ronca de haber estado durmiendo. Tus lágrimas saladas se mezclarían con el horrible sabor en tu boca, haciendo que sintieses venir otra arcada. Cal seguiría con el ceño fruncido mientras te vería jadear desesperada en busca de aire, aún aguantando tu cabello con una mano y con la otra dando caricias a tu espalda para tratar de relajarte.

Te quedarías así durante unos minutos más antes de colapsar de vuelta entre los brazos de tu novio. — Está bien, amor. — Susurraría, sujetándote con fuerza mientras sentiría tu cuerpo temblar. Estarías sudando pero a la vez tiritando y Cal no podría evitar un casi inaudible jadeo al pasar su mano por tu frente. — Estás ardiendo. — Su mano se movería hasta tu mejilla, acariciando tu piel sonrojada mientras tus ojos estarían rojos de llorar. El chico suspiraría con tristeza al verte tan miserable, apartando algunos cabellos de tu sudorosa frente. Todo tu cuerpo estaría cubierto por una fina capa de sudor y eso te haría sentir aún peor de lo que ya estarías. — ¿Quieres darte una ducha rápida? Sé que no te gusta estar sudada. — Preguntaría al notar tu incomodidad. Tú asentirías, soltando un suspiro algo tembloroso y mirándolo con tus ojos llenos de lágrimas. — Oh, bebé. — Diría con tristeza, viendo el puchero en tus labios y observándote con preocupación. — Vamos, dame la mano. — Te ayudaría a ponerte en pie, a lo que inmediatamente recostarías tu frete contra su hombro.

𝐈𝐌𝐀𝐆𝐈𝐍𝐀𝐒, calum hoodWhere stories live. Discover now