|C o m p r a s|

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|Compras|

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Al entrar a la cochera mis ojos captan una camioneta negra, mi camioneta, la tengo desde hace un año, fue mi regalo de cumpleaños número dieciséis mis padres se encargaron de transportarla, entro a ella y cuál es mi sorpresa al ver las llaves conectadas. ¿A quién se le ocurre dejar esto así?

Sí, lo sé, solo a mis padres. Las pudieron dejar adentro de un cajón, pero no, las dejan conectadas.

¿Si alguien entraba? Fácil podía llevarse todo lo que cupiera aquí adentro, pero párese que esta calle es lo bastante segura para dejar esto aquí.

—Vamos. — Rompo el silencio, Ethan se sienta de copiloto después de abrir la puerta para poder sacar la camioneta. Salgo con mucho cuidado de no estrellarse con nada o atropellar a alguien. No quiero volver a chocar con el buzón de algún vecino.

Verán, cuando me regalaron el auto el diecisiete de octubre, estaba emocionada y lo quería manejar lo más rápido posible. Mamá y papá subieron conmigo para sentirse más seguros de que no pasaría nada.

Pero como era una conductora inexperta y el buzón apareció de la nada frente a mí no se puede hacer nada para evitar un impacto. Uno: el buzón –como ya dije- apareció de la nada y dos: ¿A quién en su sano juicio se le ocurrió dejarme conducir?

Giro mi rostro un poco para cerciorarme de que no hay nada con que chocar, específicamente buzones, mi mirada se posa en un chico pelinegro, que camina por la acera, unos pasos más delante de mi casa, cruza la calle. Deteniéndose en una casa gigante a un lado de la mía, si la mía es grande en la de él fácilmente pueden vivir gigantes.

El castaño a mi lado se da cuenta en la enorme casa en la que tengo puesta la mirada, pareciera igual o más impresionado que yo.

— ¡Esa casa es enorme! La tuya es grande, pero esa es gigante. — exclama de la misma forma que yo lo habría hecho.

—Créeme, me di cuenta por mí misma. —murmuró siguiendo mi camino, buscando una tienda.

— ¿El chico de la acera vivirá allí?

Me gusta como poco a poco vamos teniendo más confianza.

— Creo que sí, es muy probable. ¿Ya estás inscrito en el instituto? — Cambio el tema de conversación y no parece importarle mucho. Las clases comienzan en un mes, vine con tiempo de sobra para instalarme y conocer un poco de la ciudad.

—Ya, la semana pasada me inscribí virtualmente, es un buen instituto y me abrirá las puertas a una buena beca de una buena universidad, tal vez estudié comercio ¿y tú? — Giro a la derecha y puedo ver a la distancia el supermercado.

—También, ya me inscribí, bueno creo que estudiar manejo de empresas o algo relacionado a eso... — omitió decir que para manejar la empresa familiar. — acabamos de llegar.

Estacionó el carro en un lugar vacío, le pongo la alarma cuando salimos, hay poca gente transitando por el lugar, el supermercado es demasiado grande y no está lejos de casa, no me dará demasiada pereza venir.

Al entrar al local el aire helado me recibe de golpe, tengo el reflejo de abrazarme a mí misma, tomo un carrito de compras para llevarlo conmigo.

—Tú buscadas esto, — le entregó un pedazo de papel y asiente. — Y yo esto, nos vemos en el pasillo de desechables en media hora ¿sí? Así tardaremos menos tiempo.

—Perfecto, iré a buscará las cosas. — Dice antes de caminar en dirección contraria a la que yo tomo.

Veamos: leche, azúcar, sal, orégano, cominos, carne, huevo, aceite, sopas, consomé, consúmate, harina, café, leche en polvo, polvo para hornear, entre otras cosas más.

Perfectamente ImperfectosKde žijí příběhy. Začni objevovat