|L a s M e j o r e s A m i g a s|

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Decido quedarme en cama un rato más, muevo mi mano a la derecha, pero solo tiento el bulto de ropa limpia que vacíe de una de las cajoneras ayer en la noche, pero me dio flojera doblar.

Cambio mi posición para dormir, quedando recostada sobre mi costado izquierdo. Mala idea. De aquí veo perfectamente como tengo mi desorden; ropa limpia, ropa sucia tirada y zapatos regados por toda la habitación.

Si mi madre viera mi habitación, -la cual en este momento parece un chiquero- le daría un infarto y me daría su sermón, el cual, orgullosamente me sé de memoria.

Me levanto de le cama, chillo de dolor al sentir algo incrustarse a la planta de mi pie, lo muevo un poco y bajo la vista para ver que era, ¿Qué hace aquí una pieza de lego? Un misterio jamás revelado. El misterio del lego.

Tras al menos veinte minutos recogiendo todo, literalmente TODO, dejando impecable, me siento orgullosa de mí, valla que limpiarla en quince minutos es increíble.

La ropa limpia la doble y guarde en el cajón, excepto la ropa que voy a usar para hoy, no me doy tanta prisa porque todavía es temprano. Como de costumbre escucho a Ethan abajo, moviendo sartenes, cocinando.

—Hola. — lo saludo al llegar, sentándome en uno de los bancos altos de la barra.

—Hola. — dice del mismo modo, apagando la estufa. — ¿Quieres desayunar?

—Esa es la pregunta más tonta que alguien pudo hacerme en la vida. — le respondo, dando a entender mi respuesta, en ese momento, saca dos platos y los sirve. — Mañana cocinaré yo.

—Intenta no quemar la cocina. — se burla, entrecierro los ojos y lo miro acusatoriamente.

—Repite lo que dijiste. — murmuró con un toque de advertencia. Levanta las manos en un gesto de rendición.

—No dije nada. — responde, dándome mi plato junto con un tenedor. No le digo más y comienzo a desayunar.

Tomo mi mochila, esperando a Ethan en la entrada, el regreso por la suya, me quedo parada en la pueda durante unos largos minutos y todavía no hay señales de él.

—Emma. — muevo la cabeza a un lado, mirando al pelinegro frente a mí, mirándome con sus ojos verdes. Sonríe de lado, dando un paso hacia mí.

—Drake.

— Te prometí un tour por la ciudad, ¿No? Lo prometido es deuda. — tiende una mano en mi dirección y lo miro con la boca abierta, dudando en si aceptar su propuesta indirecta.

¿Me quiero saltar las clases?

—Pero... la escuela, no puedo faltar. —murmuro a duras penas, mirando su mano. En su rostro se pinta la decepción, baja la mano lentamente, rendido. — ¿Qué te parece después de clases?

—Bien. Te veo después de clase, Emma. — se despide.

—Espera. — lo detengo, gira la cabeza hacía mi dirección. — ¿Ya repararon tú auto? — asiente, sonriendo de nuevo.

—Sí, lo hicieron. Gracias por preocuparte Em. — sonrió y una idea me llega a la mente.

— ¿Después a quien le haría la vida cuadritos en la escuela? — se ríe con fuerza, la puerta se escucha tras de mí, giro la cabeza y veo a Ethan caminando hacia nosotros. La risa de Drake muere.

— Tengo que irme. Te veo después de clases Emma, no faltes. — dice antes de darse la vuelta y subirse a su auto.

— ¿De qué me perdí? —inquiere mi mejor amigo.

Perfectamente ImperfectosWhere stories live. Discover now