|I n d e p e n d i e n t e|

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— ¡Frederick! —Chillo cuando el agua helada impacta con mi cuerpo, tiemblo unos segundos antes de preguntarle y dispararle un chorro de agua. — ¡Incorrecto!

— ¡Fue trampa, lo dije bien! —exclama, me rio de su expresión, disparándole más agua helada por puro gusto, cierra los ojos cuando le cae en la cara, salgo corriendo al ver sus intenciones. —Eso fue injusto.

—Solo vi la oportunidad y la aproveché. —Me justificó, abro los ojos cuando me veo al borde de la alberca, cayendo en ella, me impulso hacia arriba al instante que mis pies tocan el piso.

—Te ayudo. —se ofrece, dándome la mano, la tomo jalándolo hacía mí, provocando que caiga al agua, sale de ella mirándome con el ceño fruncido. —De nuevo, trampa.

—A veces me siento mal por ti, Frederick, no dejas de confiar aun cuando te tiro al agua, deberías conocerme ya. —manifiesto, nadando a lo largo.

—Lo que uno soporta por aprender y hablar con la novia. —bromea, le arrojo agua con la mano, soltando una carcajada.

Él y yo nos habíamos vuelto muy cercanos, nos veíamos casi todas las tardes después o antes del trabajo, dependiendo de nuestros horarios, él había mejorado su español, podía decirse que ya podrí entablar una conversación básica con su novia.

— ¿Qué dijo Tamara después de que le volvieras a decir lo mucho que la quieres? —Infla el pecho con orgullo, sonriendo con suficiencia,

—Dijo que soy el mejor novio que puede llegar a tener. —Responde, suelto un montón de alaridos demostrando mi felicidad por él.

—Pues tiene razón, Romeo, no cualquiera estudia español para hacer feliz a su pareja. ¿Le dijiste lo que te dije?

—No.

— ¿Por qué?

—Es ridículo.

— ¡Es romántico, tarado! —exclamo.

—En mi noble corcel te seguiré hasta el fin de los mundos... —recita. — ¿Qué tiene eso de romántico? Es alérgica a los caballos.

—Pues te vas en burro.

Salimos del agua, alcanzo unas toallas y le lanzo una, se enreda en ella y entramos a la casa, muero de hambre, en la cocina encuentro a Ethan, cocinando en un sartén un montón de tacos.

Miro en un plato a su lado un par de hielos de sandía, sujeto los dos, arrojándole uno al pelinegro, quien lo atrapa en el aire. Sonríe en agradecimiento, comenzando a comerlo.

—Eso era mío.

—Tú lo dijiste, era. En fin, chicos, me encantaría quedarme con ustedes un rato más, pero ya ven....

—Tienes una cita. —Dicen a la par, ruedo los ojos negando con la cabeza.

—¿Por qué todo lo relacionan a una cita? Y no, no tengo una cita, tengo que ir a trabajar, por si lo olvidan. —les recordé, salgo de la cocina, dispuesta a llegar a mi habitación y alistarme.

El cuarto mes de luz y agua ya estaba cubierto, y lo había pagado con mi propio dinero. Me sentía orgullosa de mí, además de que había visto a una de mis bandas favoritas tocar en vivo, ¡Hasta me había quedado en al final!

Los rulos de Harry Stone eran tan suaves como se veían en fotos, los ojos de Louis Thompson tan azules como el cielo. El cabello de William tan brillante como el sol, Zev tenía la sonrisa más grande y genuina jamás vista y Nel la personalidad mas linda del mundo.

Perfectamente ImperfectosWhere stories live. Discover now