-¿Te puedo ayudar en algo?
Con esa pregunta comenzó todo. Él estaba muy nervioso, es normal ver a muchos chiquillos inexpertos entrar a mi tienda y volverse un manojo de nervios. Pero él era diferente, su sorpresa y curiosidad era genuina, como la...
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Es viernes por la noche y Namjoon se encuentra vagando por las calles cerca de su casa buscando una farmacia o algún lugar en el que poder comprar el encargo que le hizo su padre. Desde que murió su madre y su padre llevó a esa mujer mucho más joven que el a su casa su vida se volvió un desastre. El año en el que murió su madre fue un año muy difícil, lo pasó en hospitales y clínicas mientras su madre luchaba contra el maldito cáncer, su padre lo dejó solo en todo el proceso, alegando no resistir ver como su esposa se consumía poco a poco. A Namjoon con apenas diez años le tocó velar por su madre enferma. Después de la escuela se iba a pasar todo el día en el hospital junto a su madre, comía lo que las enfermeras, que le habían tomado cariño le ofrecían y ya en la noche se iba a dormir a su casa, había ocasiones que incluso se quedaba a dormir en el hospital porque su madre había empeorado o porque simplemente no quería ir a casa junto a su padre que pasaba tomando todo el día.
Cuando su madre muere después de un año de batallar contra la enfermedad, su padre hace un escándalo de la muerte de su madre, sufriendo a gritos y renegando con el cielo, con la Diosa, con todo por quitarle lo que según el más quería. Pero tan grandioso amor y sufrimiento le duro muy poco pues a los tres meses se enredó con una mujer veinte años más joven que él. Una mujer que lo perdió más aún en el vicio de la bebida y que solo estaba con él por el dinero que recibía de su jubilación todos los meses. Desde hace años que su padre no le presta atención, ni se preocupa si él está bien o de si le ocurre algo. A su padre solo le preocupa que Namjoon aporte el poco dinero que da por vivir en la misma casa. Dinero que consigue trabajando a medio tiempo en un minisúper. Tenía que aportar en su casa porque el dinero de su padre no alcanza para nada, todo lo gastan en vicios y juegos.
Esa era la vida de Namjoon, ir a la escuela, luego a trabajar y por la noche ir a su casa para dormir. Eso era todos los días. Pero esta noche en particular su padre lo había mandado a comprar supresores para su pareja, ni siquiera era capaz de ir a comprarlos por el mismo. Namjoon estaba más que molesto, solo quería llegar a dormir después de un cansado día de trabajo y escuela, pero tenía que hacer caso a su padre, si no lo hacía este se enojaría y cuando se enojaba se volvía violento. Con una exhalación Nam se detiene a observar a su alrededor en busca de una farmacia. A lo largo ve el letrero llamativo de un lugar que pone con letras brillantes "Herbal Shop" y tiene dibujados en el un montón de plantas, pastillas y demás cosas médicas. No es una farmacia, pero es lo que más se acerca a una. Cansado y con ganas de irse a casa de una buena vez se dirige al extraño lugar casi que corriendo.
El lugar dice estar abierto las veinticuatro horas por lo que no es problema la hora. Abre la puerta y el sonido de una campana alerta de su llegada. Cuando entra en el lugar se sorprende parece de todo menos una farmacia, en realidad estaba muy lejos de lo que se supone que es una farmacia. Tiene plantas y hierbas por todo el lugar, en la entrada, en estanterías, colgando del techo, en las ventanas, incluso en el piso. El lugar parecía un bosque, desprendía un olor muy fresco y natural, era como oler el bosque en vivo, pero mezclado con algo más que no sabía definir, era embriagador. No sabía si en ese lugar podría encontrar lo que buscaba, aunque en el letrero ponía que también vendían medicamentos, ahora que miraba el lugar no estaba seguro de a que clase de medicamentos se refería. Estaba ensimismado recorriendo la extraña tienda cuando de repente escucha una melodiosa voz:
— ¿Te puedo ayudar en algo?
Se sorprendió pues no creía tener compañía. No había visto a nadie al entrar en la tienda. Pero desde el mostrador le hablaba un chico un poco mayor que él. Era un chico muy apuesto, nunca había visto a alguien tan apuesto como ese chico. Por un minuto no supo que decir, se le olvidó la razón por la que estaba ahí. Pasados unos segundos en los que ya pudo reaccionar, sonrió por su estupidez y se acercó el mostrador apenado.
—Hola, eh... vengo buscando... supresores. —dice recordando que es lo que venía buscando y muriendo de pena en el proceso. En esos momentos odiaba terriblemente a su padre por hacerlo pasar por esto. Ni siquiera sabía si en ese lugar había lo que buscaba y así lo expresa. —No sé si venden esa clase de cosas, en el letrero vi que también vendían medicamentos y pensé que podrían tener...
Dice rascándose el lateral de su cabeza en gesto de nerviosismo y confusión.
—Descuida, si tenemos esa clase de cosas. Vendemos cualquier cosa para aliviar todo tipo de malestar. — dice el chico con una sonrisa hermosa. — Espera un momento, traeré lo que buscas.
Deja el mostrador y se adentra en una puerta que hay detrás de este. Namjoon sigue observando la tienda, realmente curioso. Se fija en algo que llama su atención. En un mostrador hay ordenados por colores y tamaños todo tipo de artefactos que parecen... ¿qué es lo que son esas cosas? Se acerca para observarlos mejor. Tienen forma de... abre los ojos con espanto cuando entiende de que se trata. Son consoladores, hay en todos los tamaños y colores. ¿Qué demonios era ese lugar? Ninguna farmacia por más natural y ecológica que sea tiene esa clase de cosas. Sigue mirando en el estante de abajo y mira otros aparatos parecidos a los primeros, pero según la descripción que ponían a la par, estos vibran. ¿Acaso era esta una sex shop? ¡En el letrero no ponía nada de eso! Iba a seguir observando los demás estantes cuando es sorprendido de nuevo por el chico del mostrador.
— ¿Te interesa alguno de esos? — le pregunta. Nam se sorprende, no solo por ser atrapado viendo los consoladores si no por la cercanía del otro chico, casi que lo siente respirar en su nuca. Se voltea y lo encara. Este trae consigo varios paquetes de supresores.
— Solamente observaba... — dice Namjoon incómodo. El chico le sonríe y le pregunta.
—Tengo de varios tipos de supresores. ¿Como son los que sueles usar?
—¡No son para mí! Yo ni si quiera me he... — está diciendo el menor, pero sacude su cabeza, rectifica y dice en cambio. — Son para alguien más.
— Bien, y está persona... ¿cómo busca sus supresores?
— ¿Normales? ¿acaso los hay de varios tipos? — pregunta Nam realmente intrigado.
— En mi tienda sí. — dice el chico sonriendo orgulloso. Ya se encuentra otra vez detrás del mostrador. Toma una bolsa de papel marrón oscuro y guarda varios de los paquetes de supresores. Una vez termino de guardar dice. —Aquí tienes varios de los mejores tipos de supresores que tengo.
Nam se acerca al mostrador intrigado, le pregunta cuánto sería por todo y paga la cantidad que le dice el chico, le salió mucho más barato de lo que le hubieran costado en otro lugar. El chico le entrega la bolsa y el, la toma.
—Gracias. —dice Nam sonriendo. Está por irse, pero un gesto del otro chico lo paraliza. Este aprieta una de las mejillas de Nam y sonríe perdido en el gesto. Nam deja de sonreír y lo mira sorprendido.
—No hay de qué. Se te hace tarde cachorro. Es muy peligroso que un omega tan lindo como tu ande solo por la noche. Apresúrate a llegar a casa, ¿ok?
Dice el chico aun sonriendo y estrechando la mejilla del menor. Nam está mudo de la sorpresa. Murmura un "Claro, gracias". Y sale prácticamente corriendo del lugar. Una vez lejos de la tienda se detiene por la falta de aire y se toca las mejillas, están encendidas. ¿Qué ocurría con ese chico? ¿Por qué lo tocó así? y lo que le dijo... ¡Él no era un omega! ¡Ni siquiera se había presentado todavía! Decide no darle más importancia e irse rápido a casa. En algo si tenía razón el chico de la tienda, se estaba poniendo cada vez más oscuro y andar en la calle, en esa zona, podía ser peligroso para cualquiera, ya sea alfa, beta u omega.
