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 Llevaba al menos media hora en el mismo lugar, escuchando música a través de sus audífonos mientras hacía tarea sobre el escritorio blanco. Movía la cabeza de adelante hacia atrás al ritmo de la música, mientras intentaba ignorar la sensación de ser observado.

No podía concentrarse. La página con problemas matemáticos sin resolver seguía esperándolo pacientemente hasta que Niall se decidiera a comenzar, pero no podía concentrarse.

Levantó la mirada, y ahí los vio por primera vez. Ojos del color del whiskey, cabello oscuro al ras de su cabeza y una mandíbula cuadrada que enmarcaba el rostro joven que lo miraba detrás del carrito de correspondencia. Era un muchacho, quizá solo un poco más grande que él por un par de años, y lo estaba viendo, a pesar de que Niall ya lo había descubierto.

Levantó una de sus cejas y se cruzó de brazos, retando al extraño con la mirada.

—¿Puedo ayudarte en algo? —dijo con voz frívola. El muchacho negó con la cabeza.

—Solo me preguntaba si... deberías estar aquí. Tienes uniforme... ¿eres hijo de alguno de los trabajadores?

Niall se rio, y el extraño lo miró confundido.

—¿Hablas en serio? —El otro se encogió de hombros— Sí, soy hijo de uno de los trabajadores —respondió con simpleza, antes de retomar el lápiz entre sus dedos y dirigir su atención entera de vuelta a la página.

Pero la mirada no se desprendía de él.

Finalmente, Niall arrojó el lápiz, que rodó por el escritorio, y con una mano se deshizo del flequillo que caía sobre su frente.

—Oye, acosador. Por más que me guste que la gente me aprecie, estás comenzando a asustarme.

Las largas y oscuras pestañas del otro parpadearon.

—Soy Karim.

• • •

Un niño de dieciséis años necesitaba algo más que encerrarse entre cuatro paredes, estudiando todo el día, preparándose para una universidad en la que probablemente, su padre no lo dejaría entrar. Por lo que, cuando Karim apareció en su vida, la iluminó como un rayo de sol que atravesaba el cielo nublado. Abrió una puerta a su habitación de cuatro paredes y mandó a la mierda su rutina.

Ambos corrían por los pasillos vacíos del edificio, con Niall sentado sobre el carrito de correspondencia mientras Karim lo empujaba con fuerza. Se detuvieron frente a la puerta metálica cerrada frente a ellos y Niall bajó de un salto.

Cruzaron la salida al tejado y Niall llenó sus pulmones del fresco aire nocturno. Podía ver toda la ciudad desde ese punto, con nada más que la oscuridad del cielo sobre ellos.

Karim tomó asiento en una de las tuberías de ventilación y Niall se sentó junto a él. Ambos tomaron aliento después de la carrera en la que tomaron parte hace un momento.

—Quien hubiera dicho que Londres podía verse así de bien —Niall lo miró en cuanto escuchó su aterciopelada voz.

—¿De qué hablas? Londres siempre es bonito.

—No desde mi perspectiva... vivo en un barrio horrendo; con un departamento espantoso, lleno de ratas, moho, goteras y esas cosas. Es deprimente, pero no asistí a la universidad y no puedo aspirar a algo mejor. ¿Sabes lo difícil que es conseguir un buen empleo últimamente?

—No realmente —Niall se rio con voz queda, intentando no perturbar el relajante ambiente que los había arropado.

—Bueno, es un asco. Solo espero que no me despidan de este, le prometí a mi hermana una nueva guitarra para navidad.

boss; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora