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La estación de los 80's nunca había sido la favorita de Harry. Es más, siempre cambiaba el canal cada vez que encendía la radio. Pero cuando Niall comenzó a tararear y a mover la cabeza de adelante hacia atrás, decidió dejarla.

De vez en cuando espiaba a Niall por el rabillo del ojo de camino al departamento de Louis, y los descubría sonriendo hacia el cristal, con la bufanda enrollada en el cuello y sus dientes mordisqueando sus labios. La sola imagen del rubio lo hacían sonreír.

Estacionó frente al complejo de departamentos, olvidando completamente lo grandes que eran y lo brillante de los ventanales. Era un lugar lujoso, no cabía duda el por qué Louis no podía pagarlo por sí mismo.

—¿Me esperas en el auto? —preguntó, abriendo las puertas.

—Sí te espero en el auto no tendría sentido haberme traído en primer lugar.

Harry bajó la cabeza, con un pie ya fuera del vehículo.

—Cierto. —No quería admitirle que lo había traído solo porque no quería dejarlo solo.

Niall bajó detrás de él, siguiéndolo con las manos entre los bolsillos y la vista fija en el alto edificio. Ambos pasaron por las puertas corredizas sin que el portero les prestara mucha atención. Después de todo ya había visto a Niall por ahí cientos de veces.

—¿Harry Styles? —preguntó en cambio, cautelosamente. Harry caminó hasta el mostrador con la mirada curiosa y se inclinó hacia adelante. — El señor Tomlinson le dejó la copia de la llave.

Debajo de su pequeño mostrador, sacó una tarjeta blanca con un código en el fondo y la deslizó por la superficie blanca hasta toparse con los dedos de Harry. La tomó y amistosamente se despidió, caminando hacia Niall quien ya se había echado en uno de los sofás, jugando con su Nintendo despreocupadamente.

Se levantó apresuradamente en cuanto vio a Harry dirigirse hacia él, parándose de un salto y balanceándose hasta su lado. Por algún motivo Harry quiso reírse de la manera ansiosa en la que se movía de un lado a otro, como un pequeño niño inquieto. Nunca lo había visto actuar así y eso le intrigaba.

Recordaba vagamente como llegar al departamento de Louis, y no estaba seguro de estar en la puerta correcta. Niall seguía muy metido en su consola de videojuegos como para fijarse en el camino que Harry estaba recorriendo, pero cuando deslizó la tarjeta por la ranura y un perro comenzó a rasguñar y a ladrar hacia la puerta, supo que esa era la correcta.

La puerta se abrió y de inmediato fue atacado por un gran danés de pelaje manchado y hocico baboso. Sus patas lo empujaron por el pecho y sus dientes brillaban mientras gruñía en su dirección. A Harry casi le da un paro cardiaco, si no fuera porque la imponente voz de Niall se hizo escuchar por el pasillo.

—¡Ruffus, abajo! —el perro obedeció, pero no porque Niall le obligase.

Ruffus dejó a Harry en paz solo para abalanzarse sobre el muchacho rubio, que dejó caer su consola al suelo para atrapar al monstruoso can entre sus brazos. Tambaleó en su lugar, mientras Ruffus le lamía toda la cara, dejándosela empapada de saliva.

—Ve por la correa, rápido. No se cuánto tiempo más pueda contenerlo —dijo, exageradamente.

Harry negó la cabeza riendo y se adentró en el departamento de Louis.

—¡¿Dónde está?! —exclamó desde adentro.

—¡En la habitación!

Abrió puerta por puerta hasta dar con lo que parecía ser un luminosa y desordenada habitación. No le sorprendía en lo más mínimo el estado del cuarto de Louis, que siempre andaba de arriba abajo con rasgos nerviosos.

boss; nsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora