Capítulo Uno

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El sonido de los pasos en dirección a una de las cuevas se hacía eco en los pasillos y, una tenue luz cálida, alumbraba el destino de todos aquellos que habían sido llamados una vez más para defender a su pueblo, a su planeta, a Ryloth.

—¿Cuál es el motivo de la reunión? —dijo uno de los guerreros twi'lek.

El general Cham Syndulla puso la mano sobre su mentón adquiriendo una postura pensativa y un tanto preocupante.

—El motivo, lamentablemente, es una vez más la presencia separatista en nuestro planeta.

El rostro de todos los asistentes cambio debido al recuerdo tan cercano aún grabado en sus mentes de la batalla que habían librado unos meses atrás. Eran conscientes del problema que estaba asolando la galaxia y del impacto de las Guerras Clon. Ya habían tenido una batalla muy dura y triste a la vez, todo el pueblo aún tenía cicatrices por el sufrimiento que la guerra había generado y, aunque con la ayuda de la intervención del ejército clon de la República liderado por el maestro jedi Mace Windu habían conseguido la victoria, el dolor seguía presente en la mente de todos.

—Entonces general, ¡debemos prepararnos una vez más para la batalla! —gritó otro de los guerreros twi'lek.

—Así es, os debo volver a pedir ayuda en nombre de todo Ryloth para impedir otro asentamiento separatista. Una vez más cargareis con la voluntad de nuestro pueblo.

En ese momento, aun sabiendo que no disponían de muchos guerreros y recursos por la batalla anterior, se oyó un fuerte grito de guerra.

—Cuando lleguen empezaremos a movernos —dijo el general Syndulla.

Comenzó a notarse un ambiente dubitativo y todos los presentes se miraron con incertidumbre.

—Cambiad esa cara, todos conocéis a los jedi.

Dejando el frío espacio y adentrándose en la atmósfera podía verse la superficie de Ryloth, planeta situado en el Borde Exterior y mundo natal de la especie twi'lek. Su terreno era variado, lleno de junglas, mesetas valles y volcanes, cuya atmósfera era respirable para los nativos y los humanos. Debido a esta geografía peligrosa los twi'lek vivían en cuevas subterráneas. En ese mismo instante una nave con un chapeado de la República aterrizaba en el planeta.

—Veo que nada ha cambiado desde la última vez, solo espero que todos estén bien —dijo Ahsoka bajando de la nave.

—No te preocupes, la última vez ya viste que los twi'lek son un pueblo fuerte y resistente —le contesto Anakin.

—Pero maestro, sabe de sobra el daño moral que está haciendo la guerra en toda la galaxia.

No se preocupe comandante Tano, con la 501 aquí todo estará bajo control —dijo el capitán Rex poniendo su mano sobre el hombro de Ahsoka.

El resto de integrantes, formados por un escuadrón de diez clones y el irreemplazable droide astromecanico R2-D2 terminaron de bajar de la nave dispuestos, una vez más, a conseguir una victoria en nombre de la República Galáctica.

—No perdamos mucho tiempo, nos estarán esperando —le dijo Anakin al pelotón de clones.

—Ya habéis oído, no perdáis tiempo y empezad a moveros —repitió Rex.

Todos comenzaron a caminar rumbo al lugar de reunión con los twi'lek que no distaba muy lejos de su lugar de aterrizaje.

—Ahsoka te noto algo tensa, ¿te preocupa algo?

—Uhmm... no es nada maestro, solo presiento que para bien o para mal aprenderé algo de esta misión.

—Para bien o para mal aún eres una padawan y el aprendizaje es algo normal mientras te formas como jedi.

—Lo sé maestro.

Todo el grupo continúo caminando en lo que serían unos treinta minutos hasta su destino.


Star Wars: memorias de una padawanWhere stories live. Discover now