Capítulo Once

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Los temblores que se produjeron en la nave hicieron que tanto Grievous como Ahsoka perdiesen el equilibrio.

—Vaya, parece que esto ya no funciona. Has perdido Grievous.

—Puede ser, pero nosotros todavía no hemos terminado y tú no saldrás de esta.

Le dolía admitirlo, pero Ahsoka sabía que Grievous tenía razón. No podía seguir forzándose más. Había realizado muchos esfuerzos a lo largo del día y su cuerpo y mente estaban cansados. Tenía que idear un modo de escapar.

—Está bien. Tú ganas.

Ahsoka desactivó sus espadas, las tiró sobre sus pies y adoptó una posición de derrota.

Grievous, confiado, se acercó a ella.

—Así me gusta jedi. Será rápido y sin dolor.

Ahsoka esperó a que Grievous estuviese a un metro de distancia. Cuando levantó sus espadas para terminar con ella, estiró rápidamente los brazos hacia atrás y utilizó la Fuerza para darle un gran empujón. Se agachó, recogió sus espadas y salió corriendo escapando de Grievous.

—Maldita niña.

El general droide se levantó y comenzó a perseguirla al mismo tiempo que avisaba a sus droides de que bloquearan la entrada al puente del acorazado. Sus largas piernas robóticas le permitían desplazase a una gran velocidad y, si la retenían, no tardaría mucho en alcanzarla.

Lilibet seguía escondida junto a R2 cuando empezó a ver como varios droides salían por uno de los pasillos.

—¿A dónde irán ahora? Solo espero que todos estén bien.

Ahsoka continuaba corriendo por los pasillos. Le sacaba algo de distancia a Grievous, pero a ese ritmo no tardaría mucho en alcanzarla. Mientras avanzaba, comenzaba a encontrarse a numerosos droides bloqueando el camino. Activó sus espadas y, sin detenerse, empezó a derribarlos. Uno tras otro todos sus oponentes caían al suelo.

Un grupo de cuatro superdroides de combate aparecieron en línea delante de ella. Activaron sus disparos de muñeca y empezaron a disparar sin control. Ahsoka utilizó sus dos espadas para desviar el frenesí de ataques que estaba recibiendo. Estaba retrocediendo. Los impactos no eran muy precisos, pero si lo suficientemente fuertes para no dejarla avanzar. Se movió hacia el lateral de la pared y se cubrió en uno de los salientes. Los droides continuaban disparando. Ahsoka tenía escasos segundos para pensar en algo. Cerró sus ojos y amplió su concentración. Pasados tres segundos volvió al centro del pasillo, se impulsó hacia los droides y los superó con una voltereta al nivel del suelo. Activó sus espadas y realizó un tajo horizontal cortando las piernas de los dos droides centrales, haciendo que estos cayesen al suelo y volviendo a girar sobre sí misma para terminar de reducirlos. Los otros dos restantes se giraron torpemente hacia ella. Estiró sus brazos y utilizó la Fuerza en ambos droides para atraerlos y hacer que impactaran entre sí. El golpe los dejó aturdidos y Ahsoka los atravesó con una estocada para cada uno.

Continúo corriendo a lo largo del pasillo. Cada vez notaba más como su resistencia iba mermando. Finalmente abandonó el corredor y llegó hasta el puente principal del acorazado, este custodiado por más droides. Nada más llegar comenzó a recibir varios disparos. Lilibet, que aún estaba escondida, pudo ver a través de las rendijas del depósito en el que seguía escondida como su amiga recibía los ataques.

—Erredós es el momento, debemos salir y ayudar a Ahsoka.

Abrió bruscamente la puerta del depósito y, sin perder tiempo, comenzó a disparar a todos los droides. Los disparos empezaron a ir hacia Lilibet y esta tuvo que agacharse dentro del depósito para cubrirse. Ante la imposibilidad de contratacar con su blaster, lanzo desde su posición un par de granadas. Cayeron a los pies de los droides, haciendo que parte de ellos quedasen destruidos y dándole otra vez una abertura para seguir disparando. Ahsoka estaba algo sorprendida por el coraje de Lilibet y continuó atacando también. En un momento, partes de droides llenaban todo el suelo.

Star Wars: memorias de una padawanWhere stories live. Discover now