Tinker Bell

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Anna se alejó furiosa del campamento, los niños perdidos la observaron mientras se marchaba resoplando sin decir una palabra, unos incluso se burlaron de ella y la chica se dio cuenta que el cuento había perdido su efecto, volvía a ser el blanco de los chicos. Sólo el pequeño Lucas intentó acercarse a ella preocupado, pero otro niño perdido lo tomó del brazo y le negó con la cabeza. Era mejor así, de ese modo Lucas no se metería en problemas con Pan por tratar de consolar a Anna.
La chica soltó un pequeño grito frustrado al pensar en Pan.

-¡Ugh! ¡Definitivamente no lo soporto! - gritó ella pateando la raíz de un árbol, de lo que se arrepintió inmediatamente - Que niño tan insufrible, no veo qué tienen de malo los cuentos de hadas.

Anna se sentó en el suelo de brazos cruzados, si Pan llegaba a aparecerse frente a ella le lanzaría sus botas. El chico hacía que le hirviera la sangre, su tío Killian tenía toda la razón, ¡Pan era un monstruo! Todos los sueños de la pequeña Anna de 5 años fueron pisoteados al llegar a la isla y conocer al verdadero Peter Pan, las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas, quería salir de ahí, quería olvidar todos los cuentos de un juguetón y bromista Peter Pan y una isla llena de vida.

Se escuchó el sonido de una rama quebrarse y Anna paró de sollozar, respirando entrecortadamente, y restregó las palmas de su mano contra su rostro, secándose las lágrimas. La chica miró a su alrededor, buscando al culpable del sonido, pero sólo divisó la oscura jungla, con sus árboles de un oscuro color verde que parecían caer sobre ella como aprisionándola. Otro crujido y Anna se quitó una bota, preparada para lanzarla si llegaba a divisar el cabello castaño de Pan.

-¡Ja! ¿De verdad crees que puedes hacerle daño a alguien con eso?

Tinker Bell salió de los árboles con los brazos cruzados, su tamaño era el de una persona normal, no el de un hada, su cabello rubio iba atado en un desastroso moño en lo alto de su cabeza, su rostro, ropas y manos estaban llenas de tierra, y llevaba en sus brazos un montón de objetos que parecían basura.

-¿Estabas llorando? - preguntó la rubia acercándose a Anna - pensé que durarías más tiempo...

La chica volteó los ojos y ocultó su rostro entre sus rodillas y sus brazos, no estaba de humor para más bromas y burlas, pero de repente sintió una mano sobre su espalda, que la acariciaba reconfortándola, y cuando volvió a levantar la vista vio a Tinker Bell junto a ella, sus ojos reflejaban preocupación, cosa que le extrañó a Anna después de su primer encuentro, en el que el hada le haló tanto el cabello que terminó con dolor de cabeza.

-¿Quieres algo de tomar? - le preguntó Tink - debes estar deshidratada luego de llorar tanto.

Anna ladeó la cabeza dudando por un minuto, pero luego se sintió segura de que Tinker Bell estaba siendo honesta y asintió, poniéndose de pie con ayuda del hada.

Las chicas caminaron un largo rato en silencio, Tinker Bell había vuelto a tomar sus cosas y andaba con un paso apresurado; Anna a su lado, caminaba con la cabeza baja y tomando su codo izquierdo con su mano derecha, incómoda. Siguieron así hasta llegar a una pequeña cueva, unas largas matas se encontraban en la entrada a modo de cortina, Anna paró en seco al llegar a la entrada, pero el hada le asintió que estaba bien, era bienvenida.

La chica quedó boquiabierta al entrar en el pequeño hogar de Tinker Bell, el hada tenía la cueva repleta de objetos perdidos, mástiles rotos, zapatillas de ballet desgastadas, ropas de piratas y damas londinenses que habían llegado quién sabe cómo a las orillas de la isla de Nunca Jamás. Todo eso y mucho más tenía Tinker Bell amontonado en su cueva.

-Toma asiento Anna - dijo el hada.

La chica se sentó sobre una pequeña roca junto a una mesa hecha improvisadamente con partes rotas de un barco y observó a Tinker Bell caminar por la cueva sirviendo un poco de agua en dos mitades de un coco.

-¿Qué hizo el demonio de Pan? - preguntó finalmente la rubia tomando asiento frente a la pirata.

-Destruyó todas mis ilusiones, eso fue lo que hizo - respondió Anna de mala gana.

-Imagino que hablarás de su personalidad...

-De la manera en que me trata, a mí y a los demás niños perdidos. No les permite creer en cuentos, es como si no quisiera que tuvieran esperanza, o sueños.

Tinker Bell suspiró.

-Permíteme contarte algo sobre Peter, Anna. Él... hizo un gran sacrificio para vivir en Nunca Jamás, tuvo que abandonar todo lo que tenía, incluso a su familia, tenía el alma de un niño, el niño que imaginabas, un alma aventurera, inquieta por conocer todo, un alma llena de sueños y esperanzas.

Anna inclinó la cabeza frunciendo el ceño, no podía imaginarse a Pan como un niño cualquiera, un niño lleno de imaginación y alegría, corriendo por la isla y gritando emocionado... Volando...

-¿Y qué pasó? - preguntó la chica - ¿Qué cambió?

-Pues... - siguió Tinker Bell - Peter, como cualquier otro niño comenzó a sentirse sólo, así que decidió comenzar a buscar amigos, visitaba sus hogares en el mundo normal por las noches y los traía con él a Nunca Jamás, sólo que ninguno quería quedarse, todos extrañaban a sus padres...

-Por eso comenzó a buscar huérfanos...

-Así es - asintió el hada - Peter fue con un gran mago, y encantó su flauta para que sólo pudieran oírla los niños varones y huérfanos, o aquellos que tenían padres pero se sentían abandonados; sin embargo, eso trajo consecuencias, Pan temía que los niños perdidos comenzaran a querer a una madre luego de que Wendy llegó a Nunca Jamás con sus cuentos llenos de sueños y esperanzas...

-Ahora todo tiene sentido... -dijo Anna en un susurro, y Tinker Bell asintió - todo excepto...

-Excepto ¿qué?

-Si la flauta de Pan sólo pueden oírla los varones huérfanos... Entonces, ¿cómo es que yo fui capaz de escuchar su música?

Tinker Bell la miró extrañada por un tiempo, pero luego abrió los ojos como platos y se dispuso a contestar, pero en ese preciso instante Pan apareció en la cueva junto a las chicas.

-Anna, me alegro que te hayas hecho amiga de Tink. Pero es hora de que conozcas a otras chicas mucho más... interesantes - dijo el chico levantando la ceja.

-¿Qué...?

Anna fue interrumpida por la sombra de Pan, que la tomó fuertemente por un brazo y la elevó en el aire, sacándola de la cueva de Tinker Bell y llevándola hacia la laguna de las sirenas.

Niña PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora