Juguemos

10.4K 826 135
                                    

Anna caminaba de vuelta al campamento de brazos cruzados y de un terrible humor. Aún no podía creer que su tío la había cambiado por algún objeto mágico o quién sabe qué le daría Pan, o peor aún, por qué Pan la quería en Nunca Jamás...

Cuando la chica llegó al campamento los niños perdidos la recibieron con miradas de desprecio, a ella no le importaba, sólo quería llegar a la pequeña tienda que le había dado Pan al fondo del campamento y golpear algo.

- ¿Qué pasa contigo? - le dijo uno empujándola cuando pasó a su lado - A Pan no le gustan los chismosos, vas a conseguir que te mate.

- Déjala Tommy - dijo otro chico - Creo que no le gustó lo que escuchó.

Anna observó a los chicos, Tommy se veía de su misma edad, su cabello era negro y un poco largo, le cubría las orejas, sus ojos eran tan oscuros que parecían negros y su rostro estaba cubierto de tierra y suciedad, como el de todos los demás niños perdidos. El otro chico tenía el cabello amarillo, pero estaba tan lleno de tierra que se veía marrón, él era un poco mayor que Anna y su rostro y manos estaban llenos de rasguños y cicatrices.

La chica los ignoró y siguió su camino, no estaba de humor para peleas, a menos claro que fuera una pelea con Garfio, pronto llego a su tienda, la abrió de un manotazo y se sentó en el suelo, sentía las lágrimas llenar sus ojos mientras observaba fijamente a la nada.

- ¿Anna?

"Lo que me faltaba" pensó la chica volteando los ojos y secándose las lágrimas con rabia.

- ¿Qué quieres Pan? - respondió de mala gana - ¿Vienes a burlarte de mi desgracia?

El chico estaba parado fuera de la tienda, Anna podía ver su sombra. Pan soltó una risa.

- Nunca confíes en un pirata, siempre piensan en ellos mismos antes que los demás...

- No estoy de humor, Pan. Vete.

Anna escuchó las pisadas de Peter alejándose y suspiró, ahora estaba atascada en Nunca Jamás con un chico que más que un cuento de hadas parecía un demonio.

- ¿Qué voy a hacer? - gruñó llevándose las manos a la cabeza.

- Aprender a sobrevivir, como cualquier otro niño perdido.

La chica dio un brinco, Pan estaba ahora sentado a un metro de ella, con una cara de supuesta inocencia y sus manos sobre las rodillas.

- ¡PAN! ¡Esto es invasión a la privacidad!

El chico rió.

- Primera regla Anita, aquí no existen secretos, a menos claro que sean mis secretos... Yo lo sé todo.

Anna gruñó y volteó los ojos mientras le daba la espalda.

- Oh vamos Anna, no te enojes, no fui yo quien te abandono.

- ¿Sabes qué? Tienes razón... Voy a ir a golpear algo.

Anna salió de la tienda de un brinco, mientras más lejos de Pan estuviera, mejor, pero el chico no pensaba lo mismo, pues apareció a unos metros de ella.

- Tengo una idea... ¿Por qué no te enseño a pelear?

Anna bufó.

- Creo que ambos sabemos que sé cómo pelear, ¿o quieres que te recuerde cómo terminó nuestra última pelea? - dijo ella levantando una ceja.

- Esos son movimientos de principiantes, además, me tomaste desprevenido, no volverá a pasar.

- Muy bien, como quieras - respondió la chica cruzándose de brazos - Malcriado.

Pan tomó su brazo y pronto habían dejado el campamento y aparecido en un claro no muy distinto al que había estado hace un rato escuchando la conversación de Pan y Killian.
El chico la miró y sonrió poniéndose en posición.

- Juguemos.

Anna lo observó con cuidado. "¿Qué tramas?" Pensó mientras analizaba sus oportunidades de darle un buen golpe, la chica lanzó un patada hacia el costado de Pan, pero él tomó su pie antes de que pudiera hacer contacto con su cuerpo.

- Si vas a patear, hazlo cuando tu oponente esté desprevenido, de lo contrario pasará esto.

El chico torció su pie y Anna perdió el equilibrio, cayendo al suelo.

- Arriba.

La chica gruñó y se puso de pie, sacudiéndose la tierra y colocándose otra vez en posición. Anna lanzó un golpe y Pan volvió a interceptarla, tomando su brazo.

- Apunta siempre al cuello - le susurró antes de empujarla al suelo otra vez.

Anna gruñó mientras volvía a ponerse de pie presentía que iba a ser un largo día.

Y estaba en lo correcto, los chicos regresaron al campamento luego de lo que parecieron horas. Anna estaba adolorida, pero estaba satisfecha de que Pan también había recibido bastantes golpes también.

No lo iba a admitir en voz alta, pero de verdad había aprendido y mejorado bastante con la ayuda del chico.

- Mañana practicaremos con armas - le dijo Pan cuando ella puso un pie dentro de su tienda.

- ¿Cómo?

- Como lo escuchaste Anna, descansa, lo necesitarás.

Niña PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora