Prólogo

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- ¡Leven anclas! ¡Preparen las velas! ¡Nos vamos a Nunca Jamás!

La pequeña Anna saltaba y corría de un lado a otro sobre la borda del barco, dando órdenes a los piratas imaginarios para pronto zarpar a la mágica isla que inundaba sus sueños.

Su tío prometió llevarla algún día cuando cumpliera los 15 años, Anna no veía la hora de soplar las velas y embarcarse a la aventura y explorar las misteriosas y extraordinarias tierras de Nunca Jamás, un lugar donde el tiempo no pasaba, donde habitaban hadas y otras criaturas fantásticas, y habían un millón de lugares donde la vista era simplemente perfecta; o eso era lo que Anna imaginaba cada vez que cerraba sus ojos al dormir.

- ¡Ya la veo! ¡La veo compañeros! - gritó Anna desde el timón, desde el cual ella no podía ver ni la cubierta del barco, pero cuando tuviera 15 no importaría, sería de la estatura perfecta.

- ¡TIERRA A LA VISTA!

Anna se alejó del timón y asomó su cabeza por las escaleras para ver a su tío Killian Jones en cubierta con una sonrisa en su rostro, llevaba puesto su uniforme de teniente del Rey, y tras él su tripulación comenzó a subir al barco.

- ¡Tío Killian! - gritó ella corriendo por las escaleras y abalanzándose sobre él. - ¿Zarparán dentro de poco?

- Así es, mi pequeña marinera - respondió Killian sacudiéndo el negro cabello de su sobrina.

- ¿Cuál es el rumbo?

- La segunda estrella hacia la derecha... - comenzó Killian, apuntando al cielo con su dedo, y mirando de reojo a la pequeña para ver su reacción.

- ¡Y hasta que amanezca! - completó Anna saltando de emoción. Amaba cuando su tío o su padre le decían hacia dónde debía dirigirse para llegar a Nunca Jamás, podía imaginarse al gran barco volando hacia el cielo y más allá hasta llegar a la dichosa isla.

- ¡Hacia Nunca Jamás! - exclamó Killian.

- ¡Hacia Nunca Jamás! - rió ella.

- ¿Encontraste Nunca Jamás de nuevo? - preguntó la madre de Anna subiendo a bordo junto a su padre, el Capitán Liam Jones.

- ¡Si! - respondió ella emocionada.

Su padre rió tomándola en sus brazos.

- Muy pronto pequeña, muy pronto zarparemos juntos a explorar la isla como tanto deseas - dijo él pellizcando su nariz - mientras tanto, tu deber es quedarte aquí y aprender y cuidar bien de tu madre - le explicó mientras la colocaba en el suelo - ¿entendido marinera?

Anna asintió y abrazó a su padre, luego a su tío.

- Prometo llevarte a todos lados conmigo cuando crezcas, pequeña - le susurró éste al oído.

Anna rió y caminó hasta el puerto de la mano de su madre, observaron cómo zarpaba el barco hacia otra aventura de la que su padre ni su tío volverían. Pero eso Anna no lo sabía.

Niña PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora