El Cuento

10.9K 831 224
                                    

Anna salió de su tienda con bastante hambre y comenzó a caminar entre los niños perdidos buscando algo de comer. La chica apretó su costado vendado, el entrenamiento con armas no había salido bien, Pan terminó hiriéndola con la espada.

- ¿Buscando algo, pirata? - le preguntó Tommy cuando pasó junto a él.

- Un poco de comida estaría bien, gracias...

El chico bufó mientras se llevaba un trozo de algo... A la boca.

- Si quieres comer, lo cazas tu misma - le escupió - podrás ser niña, pero no eres ninguna princesa. Sí vas a estar aquí vas a tener que hacer lo mismo que hacemos todos.

Anna volteó los ojos, este niño estaba comenzando a irritarla, si seguía así lo iba a golpear. La chica se dio la vuelta mientras suspiraba molesta y se adentró en el bosque por algo de comer.

-------------------
- Cuéntame Pan, - dijo Félix caminando a su lado - ¿Qué tiene de especial la chica? Nunca me explicaste.

- Yo no tengo que explicarte nada, Félix.

Pan se puso de pie y comenzó a dar vueltas alrededor de la pequeña fogata que habían encendido los chicos. Sentía la mirada de Félix sobre él, comenzaba a molestarle que el chico quisiera saber absolutamente todo.

- Anna escuchó el sonido de la flauta. - suspiró Peter cuando finalmente se rindió ante la mirada fija de Félix.

- ¿Cómo es eso posible? - respondió el chico impactado, también poniéndose de pie - La habías encantado para que sólo la escucharán niños, varones, huérfanos.

- ¿Crees que no me hago la misma pregunta? - le preguntó Pan irritado - Estas a cargo del campamento hoy, mientras yo averiguo qué pasó con la flauta para que Anna pudiera escucharla.

- ¿Vas a visitar a Rumpelstiltskin?

Pan bufó cruzando los brazos.

- Rumple está bastante ocupado con Garfio, ¿no crees? - el chico negó con la cabeza - No, voy a visitar a alguien más...

Diciendo ésto Pan desapareció de la vista de Félix, quien sacudió la cabeza y se dirigió de vuelta al campamento.

----------------
- Definitivamente no sirvo para cazar - Anna gruñó y dejó caer su espada con mala gana - no voy a sobrevivir aquí...

- ¿Quieres ayuda?

Anna levantó la vista y vio frente a ella a un niño perdido que no había visto antes, el chico debía tener máximo diez años, su cabello era tan amarillo que parecía blanco y sus ojos eran de un azul brillante, su ropa harapienta le quedaba gigantesca, arrastraba los pantalones y tenía las mangas arremangadas pero aún así cubrían una parte de sus manos.

- ¿En serio estás dispuesto a ayudarme? - Anna no podía creer que existiera algún niño perdido que realmente fuera amable con ella. El chico asintió y ella sonrió.

- Puedo enseñarte mis trampas y explicarte cómo hacerlas - respondió él encogiéndose de hombros.

- Eso sería perfecto, gracias...

- Lucas - respondió el chico extendiendo su mano.

- Un placer Lucas.

Anna asintió y el chico la guió hacia una de sus trampas, estaba tan bien escondida y bien hecha que incluso el más cuidadoso de los animales caería en ella, Lucas de verdad tenía talento. El chico le enseñó como hacerla y Anna se dio cuenta de que, en realidad no era tan difícil.

- El secreto está en esconderla bien - repetía Lucas.

El chico le enseñó los mejores escondites, a los pies de los árboles, a orillas de algún río o laguna... Anna estaba contenta de haber aprendido y ayudó a Lucas a recolectar los animales que habían caído en sus trampas, la mayoría eran ardillas. Y luego volvieron al campamento, donde las cocinaron y comieron.

- ¿Anna? ¿Cómo es? Tener padres...

La pregunta tomó a la chica por sorpresa, pero al ver la cara de Lucas sonrió y contestó.

- Pues, no pase mucho tiempo con mi padre, se la pasaba viajando y navegando y luego falleció. Mi madre, - la chica suspiró - es una mujer realmente dulce y encantadora, me cuidaba cuando me enfermaba y me contaba historias...

- ¿Historias? - preguntó el niño acercándose más a ella, interesado - ¿Qué clase de historias?

- De todo tipo - dijo ella sonriendo - cuentos de hadas, sirenas y piratas..

- Ah, pues en ese caso no hace falta que me las cuentes, ya conocemos todo acerca de hadas, sirenas y piratas.

- ¿Quisieras escuchar entonces cuentos de príncipes y princesas? - preguntó Anna levantando una ceja y Lucas volvió a mostrar interés.

- Ahora tienes toda mi atención.

Anna rió.

- Pues bien, - dijo acomodándose - ¿qué historia te puedo contar? A ver... - la chica pensó en todas las princesas de las que su madre le había hablado, todas con una hermosa historia de amor, pero su favorita era realmente la de La Bella y La Bestia - ¡Ya sé!

Anna comenzó a recitar el cuento que se sabía de memoria, la historia de una chica hermosa de la cual todos los hombres estaban enamorados, llamada Bella, que un día llegó al castillo de un terrible monstruo que tenía a su padre prisionero, prometiendo quedarse a cambio de la libertad de su padre.

La chica observó cómo poco a poco los niños perdidos dejaban de hacer cualquier tontería que estuvieran haciendo y se acercaban a escuchar el cuento.

- Bella fue conociendo poco a poco a la Bestia y se dio cuenta que su apariencia no tenía nada que ver con quien realmente era...

------------------
- ¡Qué viejo tan inútil, ese mago! - se quejó Pan caminando de vuelta al campamento pateando las ramas caídas de los árboles - Se cree mucho sólo por tener ese tonto gorro.

El chico paró en seco al darse cuenta del silencio que reinaba en la jungla que rodeaba al campamento, se preocupó al no escuchar el típico alboroto que hacían los niños perdidos a cualquier hora del día y corrió la distancia que le faltaba. Pan se llevó una gran sorpresa al ver a todos los niños perdidos sentados alrededor de Anna, escuchando atentamente y en silencio a lo que sea que ella estuviera diciendo.

- ... Al final Bella se dio cuenta de que amaba a la Bestia, a pesar de su horrenda apariencia...

- Está... ¿Contando una historia? - se preguntó Pan en voz alta.

--------------------
- ¿Y? - preguntó Lucas interrumpiéndola emocionado - ¿Qué hizo Bella cuando mataron a la Bestia?

- Bueno, - rió Anna - aún no estaba muerto... Así que ella hizo lo primero que se le ocurrió para salvarlo, le confesó su amor, amor verdadero.

- ¿Y entonces? - preguntó otro niño perdido.

- Entonces... ¡Se besaron! - todos los niños exclamaron "iuuuu" al unísono y Anna rió - La Bestia se transformó en el apuesto príncipe que había sido antes de que la bruja lo transformara, probando que el amor verdadero lo puede todo.

- ¿Y...? - exclamaron todos inclinándose hacia la chica.

- Vivieron felices para siempre.

- Bravo, que gran historia, La Bella y La Bestia... - Pan llegó al campamento aplaudiendo a la chica lentamente - Bastante cursi para unos chicos, ¿no crees? - preguntó levantando una ceja.

- Pues...

- No me interesa - la interrumpió Pan - por favor no sigas engañando a los niños perdidos con "amor verdadero" y "finales felices".

- ¡No son engaños! Son cuentos que tienen el propósito de hacernos creer y tener esperanza - reclamó Anna molesta poniéndose de pie.

- ¿O sea qué tu sí crees en todo eso?

- Si, - respondió la chica acercándose a Pan con los brazos cruzados - ¿algún problema?

- Oh, Anita, ¿has escuchado algún cuento de hadas o sirenas?

- Bastantes.

- Pues te demostraré que tú y todas esas historias se equivocan. Te presentaré a mis amigas, las sirenas, y créeme cuando te digo que no se parecen en nada a Ariel.

Niña PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora