ʙ ʟ ᴜ ɴ ᴛ [Kang Taehyun]

스물 넷 24

Los rayos de sol atravesaban aquella ventana de la biblioteca. Muchos estudiantes empezaban sus largas tardes de estudios antes de los exámenes.

Un silencio relajante, y por momentos terrorífico adornaba aquel lugar.
El lugar empezó a brillar más, cuando ella cruzó aquella puerta.

Ya no era la Shin de hace un año, su cabello teñido de un color cobrizo, sus facciones perfectas, sus ojos grandes y redondos con un leve rasgado se habían hecho más notorios.

Ella y yo teníamos algo en común, ambos habíamos madurado. Ya no era la misma chica insistente y débil. Debido a los últimos sucesos ocurridos en su familia, se había vuelto más fuerte y muchísimo más segura de sí misma.

Todos los días ordenaba lo mismo en la cafetería. —Chocolate caliente y un croissant por favor—

Verla caminar de un lado a otro, verla de lejos mientras se quedaba toda la noche en la biblioteca, se habían vuelto parte de mi rutina. Ahora quién estaba pendiente era yo, nuestros roles de hace un año se habían invertido.

Anhelaba que me notara, que me vuelva a hablar. Pero no, yo había sido claro —No me busques más— estaba sufriendo las consecuencias de mi cobardía.

Ella ya no me miraba igual, sus ojos ya no brillaban cuando nos encontrábamos por "casualidad"

La buscaba a propósito, con la esperanza de que me hablara. Esa casualidad era yo intentando recuperarla.

Verla junto a mi primo, rompía mi corazón una y otra vez. Ver como él tenía el privilegio de escuchar su dulce voz, de poder tenerla entre sus brazos, de poder tomar su cálida mano; me hacía arrepentirme cada día de las palabras que le había dicho.

La había perdido, y no era capaz de recuperarla.

—¿Terry?— preguntó mi madre mientras me quitaba los zapatos para poder entrar a mi casa.

—Ya volví, mamá— quité la pesada mochila llena de libros y la colgué en el perchero.

—Ven aquí por favor, tenemos visita—

Despeiné mi cabello, mis ojeras muy grandes, mis labios resecos y mi cara pálida  se reflejaban en el espejo del baño. Aquellos exámenes habían consumido mis horas de descanso por completo. Abrí el caño del lavamanos y mojé mi rostro.

Sequé mi cara con una toalla, y caminé a saludar a quien sea que haya venido a visitarnos. 

Me acerqué a la pintoresca sala de mi casa, y vi a mi madre tomando té y riendo amenamente con mi chica de cabello cobrizo.

El mundo se vino abajo cuando escuché su melodiosa voz.

—Hola Taehyun—