Era perderte o perderme, y cariño, ya había perdido bastante contigo.
El corazón de Taehyun era duro como una piedra, su egoísmo y su orgullo, terminaron alejando a la única chica que lo quiso de verdad.
๑ Si estás leyendo esto desde otro sitio que...
—Terry...— dijo la castaña quien se puso frente a mi madre.
—¿Ella es tu profesora?—
—Sí— asintió extrañada.
—Bueno— me hice a un costado y salí de la casa.
Shin y mi madre me miraron desde la puerta.
—Enséñale bien a esta tonta— dije antes partir hacia mi casa.
—Taehyun, espera— dijo mi madre.
—¿Sí?— dije con satisfacción, había logrado mi cometido después de todo. Ella me buscaría, yo no a ella.
—¿Podemos hablar?—
—Bien— respondí y moví mi cabeza señalando por dónde iríamos.
—Querida, te dejo mis cosas. Prometo no demorar—
—Oh, está bien— respondió sorprendida mi castaña.
—¿Cómo has estado?—
—¿Recién quieres saber?— tomé un sorbo del amargo café. La mujer me miró avergonzada. —He estado bien—
—Terry, yo...yo siempre he buscado información sobre ti— la mujer tomó aire y prosiguió. —Tu padre se enteró y me demandó—
—¿Por eso volviste? Para pedir que quiten la demanda?—
—Sabes que no es así, hijo— mi madre puso su cálida mano sobre la mía. —No sabes cuántas veces he soñado con esto, Terry— su voz sonaba quebradiza y sus lágrimas caían y caían.
Yo también.
—¿Por qué tenías que irte? ¿Por qué me dejaste solo?— esas palabras venían del fondo de mi corazón, dolía mucho. —¿Tu trabajo fue más importante que tu único hijo? ¿Por qué no aguantaste un poco más por mi?—
—Me fui para poder darte un futuro mejor, te busqué para llevarte conmigo. Pero tú padre ya te había traído a Seúl. Sé que estuve mal, me arrepiento mucho de haberte dejado a ti mi pequeño— la bella mujer acariciaba mi rostro con delicadeza. —Te pido perdón, perdón por todo lo malo que haz vivido por mi culpa, Terry—
—No merezco ser llamada madre, pero he vuelto, he vuelto para encontrarme contigo hijo—
—No todo se arregla con palabras, Young Mi— me puse en pie, y dejé el dinero en la mesa. No quería llorar, no iba a dejar que me vean hacerlo.
Llegué a casa con los ojos aguados, casi llorando.
—¿Dónde estuviste?— mi padre quien estaba sentado en la sala me propició un susto.
—Salí a caminar— dije con seguridad.
El hombre me miró de reojo. —¿Sigues con uniforme?—
—Fui a la biblioteca después de la escuela, por eso aún tengo el uniforme puesto—
Mi padre con su miraba penetrante, me miró una vez más. —Ve a cambiarte, que hoy viene mi prometidas—
—Está bien— respondí y subí rápidamente las grandes escaleras hasta mi habitación.
Tan pronto llegué, de derrumbé en el piso y escondí mi cara entre mis piernas.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.