Agridulce

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Primera Parte: Pecado

Capítulo 2: Agridulce.

Se despertó con un sabor agridulce en la boca y lloró. Lloró por haberle entregado su virginidad a un Muggle, y lloró por haberlo disfrutado.

Lloró por haber traicionado a Jacobbo, y le ardió entre las piernas al recordar los ardientes besos del cobrizo.

No, no, no. ¿Qué me pasa? yo no soy así.

Estaba confundida, lloraba por la culpa, pero por dentro se retorcía al recordarlo.

Se levantó de la cama con pesar y camino hacia su baño y al entrar, inhalo. Sollozo con fuerza de nuevo. ¡Dios que había hecho!

Se tapó la boca con las manos y cayo de rodillas en las baldosas heladas… cerró la puerta con el pestillo y se abrazó sus rodillas, cerró los ojos y jadeo.

Jadeo por sentir placer al recordar.

Jadeo porque se sentía distinta, y eso estaba mal, muy mal.

La matarían… Oh dios, la matarían si alguien supiese.

Pero eso ya no importaba. Porque el infierno lo estaba viviendo en vida.

Abrió los ojos y el mundo, la realidad la absorbió y sintió tan cerca la perdición… tan cerca que se estremeció.

El recuerdo era incluso más fuerte que ella. ¿Sería tan fuerte toda la vida?, ¿Lo olvidaría?

Por supuesto que no.

— ¡Gennovive, baja ahora mismo! —grito su madre desde la segunda planta, Gennovive se sobresaltó y grito de vuelta.

— ¡Voy mama! —se lavó el rostro con fiereza tratando de borrar toda prueba, toda cosa que la delatara. Pero era imposible, era distinta esta mañana, algo en ella, ya no estaba.

Salió del baño y se cambió el pijama por un cómodo vestido de algodón blanco, de corte redondo que le llegaba por encima de las rodillas, junto con unas bailarinas del mismo color.

Bajó las escaleras tan rápido como sus pies se lo permitieron,

Cuando llegó a la primera planta siguió entusiasmada el delicioso olor de tostadas francesas y huevos revueltos.

Llegó al inmenso comedor y vio a su familia reunida en él, el desayuno estaba servido y sinceramente olía delicioso.

En las esquinas un sinfín de elfos domésticos esperaban órdenes y peticiones.

Hoy estaba hambrienta, como un niño que no había comido en semanas, todos la miraron de pies a cabeza, Genn se puso nerviosa, ¿lo notarían?, es imposible, es imposible.

Alissha hizo una mueca mirándola de arriba abajo, Alissha siempre la había odiado, al igual que Nicolás. Alissha la odiaba por simplemente ser como era, una buena chica que aparentemente era un ángel caído del cielo, pero la envidia del duendecillo era realmente la sutil belleza de la joven, nadie, Ni siquiera Rosalí, su prima superaba en belleza a Gennovive Romanov.

Nicolás la detestaba por simplemente celos animales. Cuando Nicolás se casó con Rosalí Romanov, lo hizo sin saber que había una opción mejor que la rubia, y si, su esposa era hermosa, pero nunca tan sumisa como la pequeña castaña, Rosalí era un dolor en el culo cuando se lo proponía y siempre quería tomar las riendas, cosa que él, no podía permitir, él era el esposo, el dominaba, no al revés.

La mujer tenía que obedecer a su esposo, ser sumisa y taciturna, nunca preguntar y siempre complacerlo, la mujer era solo una incubadora, el sexo débil, esa era la realidad en su pequeño mundo mágico.

La Mujer de Severus Snape #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora