Dos cuerpos, Una sola alma.

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Tercera Parte: Oscuridad.

Capítulo 19: Dos cuerpos, una sola alma.

Llegaron.

Aterrizaron en una chimenea de ladrillo que daba vista a un salón enorme, lleno de estantes cubiertos de libros, habían muebles lujosos alrededor de una mesita de té donde un candelabro iluminaba a la luz de las velas la habitación, los pisos eran de madera, habia un reloj en el fondo, de caoba antigua. Al frente de la ventana estaba un comedor de seis sillas, también de madera, sobre este estaba un adorno de pino.

Habían cuadros mágicos de paisajes, y en el corredor a las escaleras estaba un enorme retrato de una mujer.

Habia un pequeño arco decorado en ladrillos al frente del comedor que daba a una elegante cocina empotrada, en la cocina había una pequeña mesa de cuatro puestos, con otro adorno menos exuberante, en la cocina había un delicado arreglo en velas mágicas que daba luz a la estancia.

Las escaleras eran de madera pulida que daban a la segunda planta.

— ¿Te gusta? —murmuro suavemente Severus detrás de ella.

Genn tragó en seco, le gustaba, aunque le faltaba ese toque femenino.

—Es muy bonita Severus—alagó nerviosa.

— ¿Quieres subir a ver el segundo piso? —pregunto sonrojado.

—Sí, por favor—susurro, Severus le tomo suavemente de la mano mientras la guiaba por las escaleras, pudo detallar mejor el cuadro, mejor dicho, a la mujer, estaba sentada en una silla de madera, aunque el retrato solo se tomó del pecho para arriba, traía un vestido color plomo con brillos dorados, su piel era pálida como la nieve, su cabello era negro azabache liso y abundante, tenía una nariz perfilada, labios finos, cejas delineadas pero pobladas… sus ojos, eran lo más llamativo del retrato, eran grandes y tristes, le daba un aura de soledad y dolor inconfundible… Genn nunca había visto a una mujer tan desdichada, excepto aquella mañana cuando vio su reflejo luego del parto.

Ella conocía esa mirada perdida, esa mirada que suplicaba, Ayuda.

Solo fueron cuestiones de segundo en realidad, Severus la jalaba “delicadamente” al segundo piso.

Era un enorme corredor que daba a las habitaciones, había una ventana en él que iluminaba el piso aparte de las velas, Severus abrió una puerta que daba a un pequeño salón, rodeado de estantes, un escritorio, un armario frente a una ventana que daba al jardín, muebles color lavanda frente a una mesita de café, en la mesita estaban las únicas flores de la casa, unos lirios.

—Pensé que te gustaría tener tu espacio…, aquí podrás leer, o hacer cualquier cosa en privacidad—murmuro nervioso.

Ella sonrió.

—Está bien, gracias—dijo sin saber que más responder, él estaba siendo considerado.

—Sigamos—dijo abriendo la otra puerta, allí se encontraba un pequeño laboratorio, estantes llenos de más libros polvorientos, papeles por doquier y pociones… ingredientes, un escritorio frente a una pequeña ventana que daba a la calle, más papeles.

—Este es mi despacho, hay ingredientes peligrosos, por favor no toques nada—le advirtió serio, ella asintió sonrojada, Está marcando su territorio, pensó divertida.

Abrió otra habitación, era sencilla, una cama individual, un escritorio ordenado, un armario y supuso que un cuarto de baño al final.

—Esta es la de Daniel—dijo a sus espaldas, ella asintió con ternura, él habia pensado en todo.

La Mujer de Severus Snape #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora