La Bastarda

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Cuarta Parte: Secretos.

Capítulo 22: La Bastarda.

Después de que Severus hiciese preguntas que ella tuvo que explicar rápidamente mientras se cambiaba de ropa, se puso una camisa de mangas largas color negro, y sobre eso una falda de cuero brillante que se abría a mitad de la pierna, más unas botas negras de tacón que llegaban a sus rodillas.

Él la miraba desde la habitación sin comprender mucho, ella parecía realmente alterada, y a él le gano la curiosidad asique en menos de veinte minutos ya estaban a punto de aparecer en la villa.

— ¿Puedes explicarme a que específicamente estamos yendo a ese lugar? —suspiro Severus cuando ella tomó su brazo.

—Iremos a seguir a mi madre—siseo ella.

Severus asintió aún más confundido antes de desaparecer.

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Se aparecieron en la cocina de la villa, Gennovive iba a caer de rodillas pero Severus logró atajarla en el acto, se tambalearon un momento hasta que lograron estabilizarse

Genn le miró a los ojos nerviosa, todo su cuerpo temblaba ante su presencia, Severus hizo una mueca parecida a una sonrisa, ella se sonrojó aún más.

Bajo la mirada incomoda.

—Nunca dejes de mirarme Romanov—susurro Severus subiendo su mentón y enlazando sus miradas de nuevo.

—Gennovive—corrigió ella.

—Gennovive—aceptó Severus sintiendo su garganta seca—. Ahora vamos a hacer eso a lo que sea que vinimos—suspiro.

Ella le tomó de la mano ahora más segura, y juntos se escabulleron por uno de los pasadizos de la gran casona, olía a humedad y todo estaba oscuro, Severus saco su varita y murmuró un Lumus, que ilumino el lugar. Esquivando las telarañas y las ratas seguían el ruido de unos susurros.

Unos cinco minutos de camino en el estrecho túnel hasta que llegaron al lugar de donde provenía el ruido, con cuidado Gennovive abrió una ventanilla que daba a una de las viejas habitaciones donde solía jugar de niña, reconoció sus juguetes, que ahora daban un aire terrorífico, viejos y rotos, muñecas por todos lados a la luz de las velas contemplaban a dos mujeres hablando.

Severus susurro un Nox, para evitar ser descubiertos mientras miraba la conversación.

Genn reconoció quienes eran al instante… Su madre, y la tal Marie Smith no era otra sino una de sus parteras.

— ¡Ese no era el trato!, ¡Se supone que debías mantenerla lejos!, ¡Sacarla del mapa Marie! —siseaba su madre furiosa.

— ¡Y el trato tampoco era que tu metieras tus narices en mi casa Agatha!, ¡Aléjate de nosotras! —gruño la mujer.

— ¡Nadie puede saber lo que sucedió aquella noche maldición!, ¿Qué es lo que quieres?, ¿más dinero? —su madre había perdido la cordura.

— ¡Por dios Agatha!, ¡Que te ha pasado!, ¡Tú no eras así!, ¡Es una abominación lo que estas haciendo! —comenzó a alzar la voz la otra mujer.

— ¡No me cuestiones y lárgate!, ¡Saca a esa bastarda de Inglaterra!, ¡Lárgate de una vez! —Severus la jalo por el corredor aunque Genn no se quería marchar, entonces se desaparecieron.

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La Mujer de Severus Snape #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora