Un beso Maldito

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Tercera Parte: Oscuridad

Capítulo 15: El beso Maldito.

Rápidamente Gennovive se dio media vuelta y salió corriendo por las calles de Hosmeadge hasta que choco con varias personas, pero no le importo, ella tenía que llegar al castillo.

Cuando entró a los muros se sintió protegida, no había nadie, aún nos alumnos estaban en Hosmeadge. Siguió corriendo como maniática hasta que se encerró entre las paredes de su habitación, incluso puso el cerrojo mientras lanzaba las bolsas al suelo y escriba con rudeza una carta.

A la única que la podría ayudar. Su madre.

Querida Madre.

Acudo a Ti porque estoy desesperada. ¡Ayúdame!, hoy salí a Hosmeadge a comprar el vestido de novia y vi a Nicolás merodear por el lugar. ¡Tengo Miedo!, Tienes que detenerlo madre, está demasiado cerca de mi… y creo que tiene algo para chantajearme, y sí es aquello de la villa no podrá negarme a lo que me pida.

¡Habla con el lord si es necesario!

¡No tenemos tiempo!

PD: Te necesito.

PD-: Tengo miedo.

PD--: Respóndeme en cuanto la leas.

Tu hija, Gennovive Romanov.

Envió la carta lo más rápido que pudo y suspiro mientras intentaba que se le pasara el susto, suspiro respirando con dificultad y comenzó a guardar los paquetes pero en ese momento entraron todas sus compañeras y la vieron con el vestido de novia.

Ellas no cabían en su asombro.

— ¿Te vas a casar? —chillo Camille.

—Sí—contesto Genn fastidiada guardando todo.

— ¡Desde cuándo lo conoces!, ¡Cuéntanos! —suspiro riendo Greta como si fuesen amigas de toda la vida.

Genn tuvo que inventar una mentira rápidamente.

—Estamos comprometidos desde que nací—susurro ignorándolas.

— ¿Cómo se llama? —dijo con malicia Natasha.

— ¡Lo siento, tengo que irme chicas! —mintió guardando todo bajo hechizos protectores, mientras entraba al baño.

Se cambió de ropa y se puso una falda de seda gris azuloso  que le llegaba a los tobillos junto a una blusa de tirantes color crema del mismo color de los tacones y él suave estampado de la falda.

Dejo su largo cabello suelto y no se maquillo mientras salía corriendo de su habitación en dirección al lago negro.

Necesitaba pensar y estar sola un momento.

Corrió por los hermosos jardines de Hogwarts hasta que llego al límite donde se encontraba un hermoso muelle que daba a la orilla del hermoso lago.

Suspiró mientras se sentaba en el al estilo indio y dejaba que todos sus problemas fluyeran en el frio viento decembrino, las lágrimas no tardaron en fluir y en ese momento solo deseo desaparecer, ser una pequeña partícula en el ambiente y no tener conciencia o alma.

—No es hora de estar aquí señorita Romanov—siseo una voz a sus espaldas, ella rodó los ojos cansada.

— ¿Qué hace usted aquí entonces? —le replico con un gruñido.

No me hable así mocosa—ella rodó los ojos divertida, era fácil romper su temperamento—. Vaya a su sala común ahora—le ordenó.

—Usted no es mi padre, no puede ordenarme que hacer—ella le desafiaba.

—Soy tu profesor por ahora, eso es suficiente—dijo jalándola del brazo para que quedara de pie, ella se dejó hacer, estaba demasiado agotada para pelear—. ¿A qué juegas Gennovive?, ¿Para quién juegas? —susurro ante el helado viento, ella se estremeció por completo sin dejar de mirarle a los ojos.

— ¿Para quién juegas tú?, ¿Para Dumbledore?, ¿O para el lord? —exclamó altiva.

Él estrecho los ojos mientras que apretaba su agarre.

—En este juego, se juega para el ganador, eso es lo único que debes saber—espetó en calma, ella solo le miraba—. ¿Quién es Michael Milevakk? —el mundo se detuvo en ese momento, ¿cómo sabia él el nombre del padre de su hija?

Volteo el rostro mientras su expresión se crispaba de pánico.

— ¿Cómo…?—no la dejo terminar.

— ¿Creíste que no investigaría a la persona con la que se me fue condenado a pasar el resto de mis días? —gruño incrédulo.

Bang, una grieta más.

Gennovive lo miro con rabia, con dolor, pero ella era fuerte, él no lograría romperla por completo.

Abofeteo su rostro con toda la fuerza que tenía a sus casi diecisiete años.

Recuerda que yo también sé jugar tú juego Severus Snape—escupió con rabia.

Él no mostro dolor ni sorpresa, la inmovilizo al instante contra él árbol del muelle. Ella ni se inmuto, no daría su brazo a torcer tan pronto.

—Me alegra saber que sabes las reglas—gruño antes de besarla con fuerza, como lo haría un drogadicto ante su última dosis.

Genn se quedó paralizada, no habia tenido contacto alguno con un hombre desde Michael, asique simplemente quiso luchar, quiso mandarlo a volar pero él era demasiado fuerte.

Asique se dejó hacer, Severus Snape violo su boca, en un acto antiguo y sucio. Genn nunca habia sido besada así, ni siquiera aquella noche con Michael, el Mortifago  hacia cosas con su boca demasiado retorcidas.

Y fue como una explosión en su mente, en ese momento no existió el lord, ni Hogwarts, ni bandos, en ese momento ellos simplemente se besaron.

Fue un beso que los maldijo a los dos. 

La Mujer de Severus Snape #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora