- ¿madre? ¿Qué...?

- Eres mi única hija. - dijo con la voz llorosa. - si insistes en nunca regresar, ¡no tengo motivos para vivir!

- Víbora chantajista. - gruño Hades.

Hera asintió lentamente.

- Y chantaje del bueno. - murmuró por debajo de su aliento - y creí que yo era la dramática en nuestro panteón.

El miedo se multiplicó cuando vi la piedra cubrir su estomago y subir hacia su pecho. Congelándola en su lugar.

- ¡Detente! - chillé - Esto es ridículo.

- No. Si piensas abandonarme no pienso vivir para verlo.

- Déjala que estire la pata. - masculló Hades- nos ahorrará muchas incómodas reuniones familiares.

Lo fulminé con la mirada.

- No eres gracioso.

- No. - aceptó - pero soy honesto.

Maldita sea, maldita sea una y mil veces. Inhalé intentando calmarme y asentí con la cabeza, fingiendo conformidad.

- Bien. - dije levantado las manos en señal de rendición. -  Tu ganas.

Comenzó a revertir su estúpido hechizo con un suspiro de alivio que le vacío los pulmones. Hades gruñó por lo bajo y apretó los dientes en un intento por no saltarle a la yugular. Liberar tanta energía divina sería un error, no sin que se haya elegido un sucesor capaz de aceptar el nuevo poder en su interior sin consumirse.

Apreté mis propias mandíbulas, sintiendo la impotencia de vivir con una madre sobreprotectora al grado de mantenerte prisionero. Los sentimientos de amor y odio luchando dentro de mí.

- Madre. - dije tomando aire con un tono dramático y exasperado. - te amo, pero a veces eres una perra.

Sus cejas no fueron las únicas en alzarse. Hera hizo un sonido parecido a una risa ahogada y Hades sonrió ampliamente, tanto así, que daba miedo mirarlo fijamente.

- No estás ayudando. - le susurré molesta a mi prometido.

Él me lanzó una sonrisa diabólica con sus ojos encendidos.

- Si pudiera evitarlo, preciosa, lo haría. - dijo encogiéndose de hombros ligeramente.

Rechiné los dientes. Si fuera humana estaba segura que moriría por el dolor de cabeza. Pero como ese no era el caso debía resignarme a sobrellevarlo encima de todo lo demás.

- Tendremos que llegar a un compromiso. - dije con una voz calmada. - no pienso regresar y seguir como si nada hubiera pasado. Después de todo, soy una diosa enamorada que sabe lo que quiere.

Mi madre se cruzó de brazos. Su mirada escéptica.

- ¿Cómo sugieres hacer eso?

- ¿Qué te parece dividir tu tiempo? - sugirió Hera - ¿seis meses aquí, seis meses allá?

Hades refunfuñó maldiciones por debajo de su aliento.

Demeter tampoco se veía convencida.

Y para mí, la idea de no pasar todo mi tiempo con Hades... no me fascinaba, pero de nuevo, somos dioses, vivimos para siempre. Y cuando piensas en toda una vida sin fin, seis meses no parece mucho.

El Deseo De PerséfoneWhere stories live. Discover now