CAPITULO UNO

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"Nunca vas a entender cuánto amor me costó dejarte ir..."

POV de Perséfone
Maldije irritada mientras veía como mi tiara de flores se rompía debajo de mis manos.
Mire mis manos, como si pudiera acusarlas sin echarme la culpa en el proceso. Al final tuve que admitir la derrota y comencé a arrancar los pétalos mientras dejaba a mi mente divagar.

En apariencia no podría ser una mujer más frágil. Con mi piel blanca y complexión menuda, mis dedos son delgados y finos, igual que mis tobillos y pies. Mi estatura era pequeña, mi madre solía decir que era como esos perfumes de muestra, los que te dejan deseando más pero sabes que no podrás pagar por ellos. Lo que sea que eso signifique. Mi cara era la de una niña, con pecas en el puente de mi nariz respingona, como la de las hadas duende que divagaban por el Prado de las Ninfas. Mi mentalidad era otra cosa completamente diferente; cada noche desde que cumplí los vente años, tengo pesadillas, sueño con un lugar donde pequeñas motas blancas cubren al tierra, sueño con tierra muerta, y un zorro rojo que persigue un cuervo. Muchas veces yo soy el zorro y siento su ansiedad, su desesperación por retener al precioso animal alado, y cada mañana me despierto llorando, porque al final el cuervo toma vuelo y me deja sola.

Suspiré cansada, regresando a mi realidad. Estaba sentada en la hierva verde, en mi regazo estaban los restos de mi intento de crear una corona de flores. Saqué el aire contenido y decidí que ya era suficiente de intentar manejar mis manos con delicadeza; en realidad era una persona más bien brusca con las manos.

Decidí que una buena caminata por bosque me vendría bien, había un hermoso manantial donde muchos animales venían a refrescarse, me gustaba ir y bañarme con ellos, nadar me hacía bien, sobretodo porque mi piel siempre estaba fría al tacto, el agua tenía un calor templado que hacía maravillas. Decidida, me levante, ignorando las miradas desaprobadores de las ninfas que me miraron con mi ligero vestido blanco, cierto, no ocultaba mucho a la imaginación, pero no era como si hubiera pervertidos mirando, ¿O sí?.

Cada fin de semana se organizaban fiestas, eran las conocidas fiestas de Dionisio. No me mal entiendan, me encantaban sus fiestas, pero se habían convertido en una rutina más para mí. Me acomodé el vestido rojo de escote pronunciado, sabía que mi mamá iba tener un apoplejía en cuanto me viera, pero como eran los tiempos finales de cosecha, ella había anunciado su ausencia durante todo el mes, así que, pretendía disfrutar de cada bocanada de libertad que podía recibir. Aquello me hizo sonreír. Puede que esta fiesta no fuera tan ordinaria después de todo. Y con ese pensamiento en mente me quité el chal que planeaba llevar para ofrecer una apariencia más recatada. al diablo con los comentarios. Sonreí mirándome al espejo, si entrecerraba los ojos casi podía ver a la mujer en la que me podía convertir.

El salón parecía estar decorado para que las parejas ilícitas tuvieran privacidad; con pesadas cortinas de terciopelo oscuro que ocultaban pequeños salones privados, habían mesas de madera largas con bandejas de comida a rebosar. uvas, copas de vino y ambrosía se servían con generosidad. Destape mi capa que ocultaba mi atuendo y se le entregué a un mozo que se ocupaba del clóset. Mi vestido era largo y con capas de muselina que le daban una apariencia inocente, pero aquello se desmentía en cuanto veías la estrecha cintura y el escote que daba una buena vista de mis senos generosos. Unas mangas blancas se escondían sobre un forro rojo que se abría con lazos hasta la cintura. Para completar el atuendo me había puesto unos pendientes de rubís y un collar a juego

Mi cara era extraña, podía hacerla lucir exótica sin ese tono aniñado que tanto odiaba, pero mi madre decía que aquello era para las promiscuas, algo que haría Afrodita para llamar la atención. Aunque no lo dudaba, yo amaba el look extravagante de algunas ninfas, conocidas por su ninfomanía, incluso el cariz atrevido de Afrodita me parecía excelente. Yo era la única demasiado asustada para ver más atrevida.

El Deseo De PerséfoneWhere stories live. Discover now