Capitulo SIETE

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"If I can stop one heart from breaking, I shall not live in vain;

If I can ease one life the aching, or cool one pain, 

Or help one fainting robin 

Unto his nest again, 

I shall not live in vain"  - Emily Dickinson

"si puedo evitar que un corazón se rompa, no viviré en vano. 

Si puedo aliviarle a una vida el sufrimiento o enfriar su dolor, 

o ayudar a un indefenso pájaro de vuelta a su nido, 

No viviré en vano" 

POV de perséfone. 

La mujer palideció bajo mi mirada. 

- N-no . -tartamudeó con pánico - no, ¡no! tengo tiempo, puedo hacer más sacrificios. ¡Aún tengo tiempo! 

Me acerqué a ella con lentitud, saboreando este momento probablemente más de lo que debería. La mujer trastabilló hacia atrás sn querer quitarme la vista de encima. Ni siquiera tenía claro lo que haría con ella. Las ordenes de Hecate fueron tan claras como difusas. Debía impartir justicia, pero ¿qué era justicia para nuestra hechicera?

 ¿Qué era justicia para mí? 

- ¡Eli! - chilló la mujer - ¡Eli! 

La pequeña corrió de regreso a la puerta, viendo el intercambio de roles entre nosotras. Su hija se acercó unos pasos pero se detuvo dudativa al mirarme. 

- ¿Perséfone? - murmuró con un tono asustado que me hizo apretar los dientes. Yo no era la mala aquí. 

- Deberías entrar, Eli. - dije sin mirarla. 

- ¡No!, no lo hagas. - chasqueó la mujer, envalentonada al ver como yo retrocedía al tener cerca a la pequeña. - ven a mi lado. - cuando su hija no obedeció la fulminó con una mirada helada. - has lo que te digo o te daré la comida de los cerdos de nuevo. - eso la hizo obedecer.  la colocó frente a ella amanera de escudo de un metro con diez. Casi me dio risa de no ser por mi enojo. ¿Le daba comida de animales? Ooh la iba a mandar al inframundo, eso era seguro.

Me acerqué frunciendo los labios con disgusto. Sentir mis manos calientes, mi cuerpo entero parecía un arma sin saber cómo usarse. Era frustrante no tener los conocimientos necesarios para lo que deseaba hacerle a esta mujer. No importa. Decidí. Me las ingeniaría, por le momento meterle flores en los pulmones me pareció un mejor plan que ninguno. Cuando su corazón se detuviera Hades se encargaría de ella. 

- Catástrofe, detente. - Hades apareció como conjurado por mis pensamientos. 

Lo fulminé con la mirada. 

- ¿Qué haces aquí? - mascullé deteniéndome cerca de la mujer temblorosa. Hades estaba a unos pasos, sus ropas oscuras contrastando con su piel clara y cabello rubio. - Creí que no salías de tu cueva. 

Bufó cruzándose de brazos. 

- Ultimamente hago muchas cosas que nunca creí que haría. -replicó con sequedad, sus ojos recorriéndome con la mirada. - Estar en este lugar de mierda no llega ni a mis top cinco, créeme. 

Señalé frente a mí. 

- Esta mujer tiene tu marca. 

Él asintió. 

El Deseo De PerséfoneWo Geschichten leben. Entdecke jetzt