- No, mamá.

- Bueno, cada uno experimenta las cosas a la edad que quiere o a la edad que les llega, pero... No hay nada malo en dar besitos.

Jadeo en voz alta haciéndola reír y pongo mis manos en mi rostro, avergonzada porque no quiero hablar de eso. Soy demasiado reservada en esos temas y hablarlo con mi madre pues no.

- Sé que no hay nada malo en dar besitos, mamá, pero no surgió nada. Supongo que soy demasiado genial para cualquier chico.

- Vaya, me alegra que pienses así. Antes no lo pensabas y ahora... Me gusta que tengas autoestima. Siempre has vivido a la sombra de tu hermana y estaba esperando el día que salieras de ella.

- ¿A la sombra de Barb?

- Sois mis hijas, os conozco y os observo. Y siempre has estado detrás de Bárbara, como si fuera tu escudo, me alegro que ya tengas uno propio.

- Lo tengo desde hace que entré a la universidad, mamá.

- Lo sé, pero ahora te veo mejor, más reforzada. Eres preciosa y caliente, Bambi.

- Lo sé.

- Me alegro que lo sepas -sonríe.

Me había costado buscar mi autoestima y la había encontrado. Aunque nunca me he visto estando a la sombra de Bárbara, aunque ahora, pensándolo mejor y fríamente... Puede que sí.

Pero eso ya ha cambiado y siento que estar en la granja y conocer gente nueva, me ha venido bien. La universidad apesta, o por lo menos para mí, claro.

- Estoy nerviosa -dice mamá sorprendiéndome-. Nuestra familia va a conocerse.

- ¿Puedo saber cómo lo haréis? Él sigue viviendo en Texas, ¿no?

Mamá suspira pesadamente y me mira con una mueca de disgusto en su rostro. Quizás no debí haber sacado el tema.

- Es complicado. Ambos tenemos un buen sueldo, pero tengo que admitir que su trabajo es más estable que el mío, estamos hablando de ello.

Asiento y me quedo callada mientras escucho las noticias en la radio. Miro mi teléfono para comprobar si Leo me ha hablado pero no tengo ningún mensaje. Hago una mueca y no le escribo por si está conduciendo.

- ¿Entonces aún no ha habido ningún besito con nadie?

- ¡Mamá!

Ella suelta una sonora carcajada y niego con la cabeza.

- ¿Por qué no me lo quieres contar? ¡Es algo natural! Es un beso. A Bárbara tenía que pararla para que no me contara tantos detalles.

- Sí, ya di mi primer beso.

- ¿Con quien? -Quiere saber.

- Un chico de la universidad -miento.

- ¿Y cómo era? ¿Sólo fue un beso?

La miro y ella hace una seña a su boca para no preguntar más sobre eso. Sabe que no me gusta hablar de esas cosas. Mi madre es como nuestra amiga, pero le cuento poco porque me gusta tener intimidad, incluso a veces no le cuento a Bárbara lo que siento, cómo me siento o lo que sea. No, y mucho menos lo de Leo.

- Tengo que parar a comprar algunas cosas cuando lleguemos a la ciudad -dice- ¿No has hablado con ese chico que te pidió el número antes de irte a la granja?

Suelto una carcajada porque no deja el tema ir. Cambio la emisora hasta que encuentro música y muevo la cabeza al ritmo de la canción que está sonando haciendo que mi madre se rinda.

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