58. ¿Puedes abrazarme?

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-No te rías -se queja en medio de un fingido llanto, pero con una sonrisa apenada

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-No te rías -se queja en medio de un fingido llanto, pero con una sonrisa apenada.

-Lo siento -digo después de reír-, es que me encanta ver que estás celosa.

-No estoy celosa -se defiende, lanzándome un cojín verde turquesa que esquivo, luego se cruza de brazos infantilmente, se deja caer en el respaldo del sofá y mueve la cara hacia un lado para no verme.

-No pasa nada con que lo admitas. Vamos, Russo, déjame ilusionarme un poco -casi suplico con voz cansina, insertando un puchero que esta vez no surge efecto, porque ella ni siquiera me está mirando y solo niega con la cabeza-. Entonces dime cuál fue tu respuesta -vuelve a negar.

-Mejor practiquemos -exije, ahora viéndome e incorporándose en el sofá. Mi respuesta es una sonora carcajada que la hace sonreír un poco.

Siempre quiere huir de todo.

-Está bien, puedo esperar un poco más. Además, no soy tan ciego -acepto a regañadientes, mientras me acerco para ubicarme a su lado en el sofá de su casa, no sin antes tomar la guitarra que reposaba en este para ponerla sobre mi regazo. Arya forma una mueca burlona y no contesta, solo se encarga de sostener con firmeza en sus manos, las partituras de su canción que ahora ha tomado de la mesa de café.

Hace tres días nos informaron de la actividad con los chicos de intercambio y justo ahora, día en el que nos reunimos en su casa para ensayar las piezas que tocaremos el sábado en el club, me estaba contando lo que le dijo aquella chica sobre mí, Danna, cuando le preguntó si estaba soltero. Me reí cuando ella me habló de aquello, pero luego me surgió otro interés y una duda que exigía una respuesta, y por eso intenté sacarle de muy mala manera esa información.

Hoy es jueves de raras decisiones.

Digo que fue de muy mala manera, porque mis intentos siempre son fallidos con Arya. Ella jamás habla o simplemente evita mis preguntas, huye, y sé que sus sentimientos los voy a extraer más de sus acciones y gestos que de su propia boca, y eso es otro reto, pero necesito que ella me confirme que estaba celosa.

Quiero probar si es capaz de admitirlo.

Me hago ilusiones rápido, pero no es solo porque me gusta imaginar que ella me está celando, sino porque siento que me lo está poniendo muy fácil con sus expresiones. Y puedo considerarme un ser bastante estúpido en ocasiones, pero algo percibo aquí.

De no ser así, si ella no está celosa, ¿por qué me habría contado lo ocurrido con aquella chica?

Tiene que ser eso. No hay otra opción que quiera aceptar como razonable.

Ahora, con relación a lo que nos han asignado en el colegio, no es algo que me haga ilusión y que haya pensado si quiera en disfrutar con aquel estudiante que me asignen, porque sé que estoy muy lejos de eso y enseñar a un desconocido no es divertido. Sin embargo, lo veo como una excelente excusa para pasar más tiempo a su lado y eso no es algo que piense dejar pasar. Estoy decidido a conquistarla aunque tenga que esperar mínimo ocho años o máximo veintiséis, que son sus números favoritos, según me lo hizo saber aquel día en el río.

Canela ©Where stories live. Discover now