Extra 1: Como el resto de tu vida

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Las luces del escenario me obligan a entrecerrar los ojos, con la vista aturdida por el cansancio y lo chispeante de la iluminación, aunque el resultado sea tener que ver con menor resolución a mis amigos presentándose sobre él

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Las luces del escenario me obligan a entrecerrar los ojos, con la vista aturdida por el cansancio y lo chispeante de la iluminación, aunque el resultado sea tener que ver con menor resolución a mis amigos presentándose sobre él.

Los escucho, y eso es más que suficiente.

Hoy es otro de esos días en los que la mayoría nos reunimos en el club del padre de Kaden, en el que la banda se presenta una vez al mes. Este sitio que es nuestro lugar de encuentro favorito y en el que la mayor parte del tiempo todos podemos reunirnos.

La adultez pega duro, y distanciarnos es una de las consecuencias que esto trae. Es por esta razón que siempre que tenemos una oportunidad para reunirnos ponemos la mayor disposición.

—Margarita de fresa, guapo. —La voz de Arya, elevándose un poco sobre la música, consigue mi atención.

Giro a verla, sonriendo de nuevo por ese atuendo que decidió usar hoy, y tomo la bebida que me extiende con la mano derecha, pues con la izquierda la atraigo hacia mí para besarla de nuevo. Luego me aparto y la examino una vez más.

Todavía verla usar vestidos sigue impactándome, aunque para su trabajo en el consultorio suela llevarlos con más frecuencia.

—¿Frutilla? —le consulto, refiriéndome al sabor de su bebida que siento en sus labios.

Arya asiente con la cabeza, me da un corto beso en los labios y toma mi mano libre para arrastrarme a la barra, donde ambos nos ubicamos en un par de bancos vacíos.

Cuando los chicos se presentan la mayoría de las personas decide pasarse al frente de la tarima y verlos de cerca, y esta es una de las razones por las cuales encontramos lugar.

—Solo tomaré un poco, hoy puedes divertirte y yo conduciré por ti. Sé que estás cansado y que necesitas distraerte —puntualiza, exhibiendo su voz comprensiva.

Sonrío, más que agradecido por las palabras, por el hecho de tenerla conmigo.

Desde hace más de un mes que Maximiliano y yo conseguimos firmar un contrato mucho mayor al que estábamos acostumbrados, casi no descanso, y ella tiene más lástima por mí de la que me tengo yo mismo.

Desde hace casi dos años que nos graduamos, él y yo nos esforzamos mucho por conseguir la constructora. Estudiamos mucho, leímos más de lo que lo habíamos hecho en nuestras vidas e investigamos todo lo necesario y más para conseguir aquello que tanto habíamos querido. Y lo logramos.

No fue sencillo, pero siempre tuvimos ayuda de nuestras familias y amigos. Y mi abuelo Raúl fue la pieza más importante.

Canela ©Where stories live. Discover now