39. Eres la novia de mi hermano

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—Te esperan abajo —me informa Rugge, apoyado en el marco de la puerta de mi habitación. Veo a través del espejo que me observa embelesado y giro a verlo, confusa—. Estás hermosa, pequeña. Y has crecido muy rápido —comenta con una sonrisa que le devuelvo con gusto, para luego acercarme y abrazarlo.

—Te adoro, pulgoso —contesto entre sus brazos, él ríe, para luego apartarme un poco y verme a los ojos, sujetando mis hombros con sus manos.

—Sabes que si algo no sale bien con ese idiota debes decírmelo, Arya, porque con mis propias manos lo mataré... No te rías —se adelanta ante mi sonrisa enternecida—, estoy hablando en serio. Si llega a hacerte daño yo mis...

—Estaré bien, Ru, conoces a Mateo —le corto.

Él asiente efusivamente, como si solo esas palabras confirmasen sus alegatos.

—Por algo te lo digo, porque lo conozco. Es un enamorado, pero no por eso deja de ser idiota —dictamina. Se inclina para besar mi frente y allí se queda para hablar—. Déjame cuidarte, ¿sí? —solicita cándidamente, recordándome de ese modo que se trata de él. Es lo que Rugge hace, y ni aunque lo intente me podría negar.

—Todo lo que quieras, Rugge de mi corazón —le contesto, apartándome de su lado para sonreírle—. Gracias, guapo. Bajaré en dos minutos.

Ruggero asiente y sin más abandona el cuarto, dejándome en una privacidad que de inmediato me pone nerviosa. Aun así, con una sonrisa enternecida, termino de peinar mi cabello y luego de dejar el peine sobre el tocador, tomo el suéter que he dejado en la cama para seguirle el paso.

Hace tres días en el almuerzo con Mateo en el colegio, hablamos sobre ir a la casa de su familia. Su mamá también ha oído de mí y del mismo modo se ha interesado en conocerme. Me parece mucha formalidad ir a una cena para conocer a una amiga de su hijo, pero así lo ha decidido Zinerva, la madre de Mat.

Esa misma tarde salimos al cine, y ante el entusiasmado tono de voz que usó para hablarme de su familia y contarme historias de su sistema, me surgió el interés también.

Mateo no deja de sorprenderme, y tampoco lo haría que en cualquier momento me pida que sea su novia. Sé que si lo hace no me negaré, porque lo conozco, sé que es bueno, me gusta, lo quiero y me siento bien a su lado. Con eso creo que es suficiente para empezar.

Nunca he estado en una relación y no sé cómo es lógico sentirme, aunque considero que el sentir ya es suficiente; mi cuerpo generalmente habla, y la sensación es tan agradable y placentera que no la quiero dejar ir, porque además quiero aferrarme a la idea de que este inicio es el que siempre quise. Tampoco puedo comparar con algo anterior porque no hay un antes con respecto a esto, pero sí sé que estoy dispuesta a intentarlo con él si se presenta la oportunidad.

Al bajar a la sala, veo que Meteo se encuentra sentado en uno de los sofás junto a mi abuela, con Alessia al frente, sumergidos en una conversación que parece tener como protagonista a un pretendiente de mi prima que la tiene bastante ilusionada. Es sábado por la noche y mis tíos fueron a un recital de Giovanna en el instituto, por lo que dejaron a mi abue a cargo de sus nietos menores y la mujer, como la adolescente que en ocasiones parece, seguramente aprovecha la oportunidad para entrevistar de forma empática a mi prima ahora que no están sus padres.

Rugge se adelanta y se ubica a un lado de su hermana, desde donde comienza a fastidiarla quitándole su celular. Mateo se levanta de su lugar cuando nota que lo alcanzo para saludar, mostrando de nuevo esa pesada sonrisa de hace días que me llena de una sensación extraña, porque no lo estoy entendiendo.

—Hola —enuncia él. Me examina unos segundos con suavidad en silencio, haciéndome sentir de algún modo expuesta, y luego sigue—. ¿Nos vamos?

Canela ©Where stories live. Discover now