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Regresó frente a Tae y lo limpió delicadamente. Lo miró por un instante a los ojos y después azotó su traserito. Tenía esa cara de angelito que lo hacía querer follarselo duro pero a la vez protegerlo entre sus brazos para que nadie lo lastimase.

¿Entonces es cierto?— preguntó el castaño comenzando a dudar —¿Voy a estar así junto a mi madre?— ya no le parecía tan buena idea... su madre se infartaría si escuchaba algo vibrando en el trasero de su hijo, después de todo su madre ni siquiera sabía que le gustan los chicos...

Esa es la parte excitante, Tae.— se relamió los labios y se colocó encima del chico —Un pequeño suspiro fuera de lugar, un leve gemido o una cara de placer... un paso en falso tuyo y nos hundimos los dos.— le sonrió con una crueldad llena de sensualidad. Le excitaba que quedara en las manos de su pequeño el ser descubiertos o no.

Eres un sucio. — Tae mordió suavemente el labio del contrario y después se alejó de nuevo.

Pues claro que sí. Es mi naturaleza.— le guiñó un ojo. —Vamos, pequeño. Tu madre nos está esperando para hacer esos pays— se quitó de encima del chico y le extendió la mano.

Rápidamente Tae acomodó sus prendas y tomó la mano del mayor para apoyarse. El castaño estaba un poco nervioso... ¿y si se escuchaba mucho?, ¿era posible que se le saliera?... ¿y si necesitaba ir al baño? No quería sonar tonto, así que mejor se guardó aquellas preguntas y más tarde las buscaría en internet.

Vamos.— La mirada de Tae y su voz derritieron al otro por completo. Jamás se había topado con un chico tan sensualmente angelical. No podía dejar de pensar que era un maldito ángel rogando por ser arrastrado a la oscuridad y al pecado... y eso le excitaba demasiado.

Salieron de la casa y en el camino no hicieron más que platicar sobre cómo era el proceso de los pays. Kook decía que llevaba mucho tiempo sin hacer de esos y Tae le explico que su madre constantemente se ponía a hornear aquellos deliciosos pays y que adoraba que todos en la casa participasen. Era como una tradición para ellos.

Es genial.— fue todo lo que respondió Kook. Le entró un aire de melancolía y pensó brevemente en su madre... ¿qué cocinaría ella si aún estuviera aquí? Se agachó y siguieron caminando en silencio hasta llegar.

Aún no toques.— Kook pidió al contrario en cuanto Tae sacó unas llaves. —Oh...— sonrió juguetón y se las quitó. Salió corriendo no muy lejos del castaño sin quitar su sonrisa juguetona.

El ojialmendra se rió —¿Qué haces?— no fue necesario que levantara mucho la voz, la calle estaba vacía y libre de ruidos que no fueran de la naturaleza... aunque se podían escuchar a lo lejos unas cuantas risas de niños y una breve campana de la iglesia.

Una prueba.— ambos sonreían como idiotas enamorados... a fin de cuentas eso era lo que estaba pasando... no importaba si las cosas entre ellos se estaban dando "rápido", cuando conoces a "la persona" nada es demasiado rápido. Y ambos sentían eso aunque ninguno lo hubiese mencionado.

¿Una prueba de qué?— arrugó su ceño sin dejar de sonreír.

De esto.— levantó su mano derecha con un control en su mano y antes de en seleccionar alguna potencia y ritmo, cambió su sonrisa a una traviesa.

Por una brevedad Tae sintió cosquillas, pero a los pocos segundos esas cosquillas fueron transformándose en una sensación de placer indescriptible. Se encontraba ahí, en la calle y en la entrada de su casa... experimentando lo que se sentía que alguien controlara un vibrador en ti... era lo máximo.

El lobo feroz《KookV》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora