XXXVIII

497 35 10
                                    

Diego Schwartzman
  
  

—Me llamó Stephie ayer. —Guido entra a la carpa de los jugadores y se acuesta en el futón enorme, al lado mío.

—Y, me imagino, que no le dijiste nada —Lo miro y él se queda en silencio—. ¿Te das cuenta que sos un gobernado, Guidi?

—Mentira, no le dije nada. —Se queja él, riéndose.

—Guido será un gobernado pero vos... Mejor ni te digo.—Chela se acerca a nosotros y me tira una mandarina, la cual le saco la cáscara para comerla.

—¿Por qué? —Pregunto, haciéndome el tonto, pero sabía que se venía.

—Flaco, vos pensas que te la sabes todas —El gato Gaudio me da una palmadita en la cabeza—, pero no es así. Tené cuidado porque nosotros conocemos mejor a Calita, eh, y en la que se cansó... Te revolea a la mierda.

—Eso es verdad. —Juan lo señala.

—Igual no creo que sea una buena charla para que tengas antes del partido. —Guido se fija la hora.

—¡Si vos empezaste con el tema!

—Terminate el jugo ese con la mandarina —Me dice Marti—. ¿O le vas a preguntar también si enserio quiere, el jugo, entrar en tu boca? —Me pregunta, lo miro mal y los otros tres se empiezan a reír.

—Ya para que te descanse Martí, tenés que darte cuenta que estas haciendo cualquiera, hermano. —Habla Guido, mientras trataba de parar de reír.

—La verdad, prefiero pre-calentar antes que seguir escuchándolos. —Me quejo, terminando la botella, levantándome del sillón y saliendo de la carpa de jugadores.

   
  
  
Calia Mónaco
  
  
—¿Me prestas? —Pico me extiende su mano y me pide prestado el boarding pass que estábamos imprimiendo en el aeropuerto de Nueva York.

—Toma, dale que no tenemos tiempo. —Lo apuro mientras veía como Stephie  recibía mensajes del Gato Gaudio desde mi celular, indicándole dónde estaba nuestro auto.

—¿Cómo que la vuelta es hoy a las 8 de la noche?

—¡Allá! —Grita Stephie, y ambas vamos corriendo hasta el auto. Buscamos las llaves en alguna de las llantas y resulta que estaban agarradas abajo del baúl— Solo al Gato se le ocurre esconderla acá.—Mi amiga se queja, después de veinte minutos buscando y me tiras las llaves.

Cargamos las valijas y nos subimos para ir hasta las canchas del Us Open, el cual estaba a unos once minutos.

—Calita bájale a la velocidad, boluda, que nos comemos una multa fea acá. —Me reta Pico cuando subí con todo a la autopista.

—Hasta que lleguemos ya terminó el segundo set, gorda. —Stephie me avisa y yo miro por el retrovisor para acelerar y pasarme al carril rápido.

—¡Gracias por tu apoyo, eh! —Le grita Pico mientras trataba de cerrar la ventana por el viento que provocaba la velocidad— Dios, Calia, nos llegan a agarrar los Yankees estos y...

—¡BAJÁ EN ESTA!

—No quiero ver.—Mi tío se tapa los ojos con el brazo mientras yo prendía balizas para tirarme, de a poco, a la bajada.

—Que cagón que sos —Me río cuando estábamos bajando—. Como si nunca te subiste a un auto conmigo.

—Sufro cada vez que me subo.

En cuanto conseguimos donde estacionar ya que hasta el parking de familiares estaba explotado, bajamos del auto y empezamos a caminar rápido hasta la cancha que le había tocado a Diego.

—¿Podria ir a agarrarme un juguito de la carpa, no? —Pregunta Pico pero yo lo agarro del brazo para que me acompañe— ¿Qué? No, estoy enojado porque te vas hoy.

—¡Dale, Rolito! —Me quejo y él me niega con la cabeza.

—Parecen de dos años. —Stephie se pone los anteojos de sol en simulación de no conocernos.

—¿Por qué no me contaste?

—Porque tengo cosas que hacer en Argentina, no te puedo contar todo —Vuelvo a quejarme y Pico me mira desconfiado—. Hasta tengo que buscar donde irme a vivir porque vendí en España ya.

—Sabes que podés venir a casa.

—¿Les parece hablar de esto ahora? —Ahora la que se queja es Stephie— No sé si te acordas, pero vos —Me toca el hombro—, tenés que arreglar algo con...

¡Game, Sandgren! —Escuchamos decir al juez de silla y todos nos miramos entre si.

—...Un enojado Diego.

—¿Para la carpa ibas? —Le pregunto a Pico y ambos entramos.

Sabía, desde anteriores partidos, que los sets que Diego no ganaba, entraba al baño o a cambiarse la ropa afuera de la cancha. La carpa de jugadores era un buen atajo hasta llegar a ahí.

Mi tío Pico, casi de memoria, me lleva hasta ese sector y vemos a Chela de brazos cruzados.

—Okey, esto no me lo esperaba. —Dice y los tres le hacemos señas de que se calle.

—¿El qué? —Pregunta Diego y yo me muerdo el labio al escuchar su voz.

Stephie se ríe, Chela me jode y mi tío me empuja adentro de las cortinas.

Lo veo de espaldas ajustándose la tira del short y sonrío al escucharlo hablarse a sí mismo.

—Vos si ganas este, vas y le hablas —Susurra—. No podés ser tan terco, Diego.

—Y no —Digo y él se da vuelta—. La verdad que no podés ser tan terco.—Niego con la cabeza y veo su como su cara de sorprendido cambia a una enojada.

—¿Qué haces acá?

—Demostrandote que con un Monaco no se jode —Contesto, acercándome—. ¿Me querías desafiar? Acá estoy  —Me autoseñalo y, rápidamente, agarro su cara con ambas manos para besarlo, tomándolo por sorpresa—. Con vos, no con Gio o con otra persona. Con vos. —Vuelvo a aclararselo, veo como Diego se muerde el labio para abrazarme por la cintura y besarme.

—Perdoname —Me susurra, juntando nuestras frentes—. Soy un idiota.

—Un poco si, pero bueno —Lo jodo y él se ríe—. Era esto o putearte porque perdí mi departamento en España.

—Uh, no me lo ibas a perdonar nunca.

—Nunca.

—Peque, salí ya —Chela nos apura—. Están viniendo a revisarte.

—¿Querés que suba a verte? —Le pregunto mientras me agachaba para poder pasar por debajo de la carpa.

—¡Obvio! —Me responde mientras se ponía la camiseta— Si no remontó el tercer set estando vos acá, no lo hago más.

Me río y paso al otro lado para ver las otras canchas.
Miro a ambos lados y veo que estaba desierto, alguien va a llegar tarde al partido hasta que llegue al otro lado caminando.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jun 26, 2020 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

El menos pensado |Where stories live. Discover now