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—Quedemosnos durmiendo.—Diego me abraza por debajo de las sábanas y yo me río.

—Si me hubieses avisado que nos íbamos hoy a la tarde, me traía todo directo.

—No queda tan lejos tu departamento igual, son unas cuadras.—Se levanta apoyando su cuerpo en un codo y me mira.

—Dejé toda mi ropa para lavar en lo de mamá.

—Noo.—Diego se queja, acostándose denuevo.

Era el peor compañero para levantarse a la mañana, tiene que ser un día muy complicado para que se levante sin quejarse de la cama.

Desayunamos, nos quedamos boludeando un rato y después emprendimos viaje hasta Nordelta donde estaba la casa de mí mamá. Desde que se separó con mi papá, se hacía la cheta.

Amaba llegar a casa porque no habia casi nada de edificios y las casas tenían una gran distancia una de otra, lastima que estaban mis hermanas.

—¡Cali!—Azu viene corriendo para abrazarme las piernas.

—¿Qué andas haciendo?—Digo mientras trato de caminar con ella encima.

—¡AZUL!—Escucho el grito de mí mamá desde adentro de casa.

—El Peque.—Mi hermanita se lleva las manos a la boca, en modo asombrada.

—Azu, que grande que estás.—Diego la levanta.

—Otra vez esta piba —Mi mamá abre la puerta y ve a Azul afuera, yo la saludo y veo como viene con mi novio—. Se me escapa cada cinco minutos.

—¿Y Rolito?—Pregunto entrando a casa y dejando mis llaves, la campera y todo en la entrada.

—Aca, ¿Tanto me extrañas?—Escucho la voz de Pico y cuando me acerco al living lo veo jugando con Delfi.

—Delfina, ¿Que es ese flequillo?—Casi grito al ver el nuevo look de mi hermanita.

—Fue mami.

—Yo le dije a Mara que la hizo mierda.

—¡Ay Juan!—Se queja mí mamá cuando entra con Diego y Azu.

—Eh, ya me robaste una sobrina, dos no.—Pico se levanta a saludar a Diego pero le saca de los brazos a mi hermana.

—Me parece que esta pendeja se enamoró de mi novio.

—¿Quién iba a decir, no? Calita con novio tenista.

—Mamá no empieces.

—Sos todo lo que queremos en esta familia, Peque.—Mamá lo abraza y él se ríe.

La desventaja de tener de novio a Diego es que mi familia lo conoce desde mucho más antes que yo, ni siquiera lo tengo que presentar. Mas o menos ellos me lo tienen que hacer conocer.

—¿Te ayudo en algo?—Le pregunta Diego sacándose la campera.

—Si, veni acompañame.

—Hasta mí mamá se roba a mi novio.

—Vení a jugar con nosotros.—Me dice Azu agarrandome la mano.

—No, creo que se están divirtiendo mucho con Rolito.

—No seas gila.—Se ríe Pico.

Jugamos con las nenas hasta cansarlas, comieron y se fueron a dormir siesta. La adrenalina desapareció de la casa apenas ellas se fueron, terminamos de comer nosotros y nos acostamos en el sillón para ver los partidos de los juegos panamericanos.

Pico, mamá y Diego se pusieron a tomar mate mientras yo hacia mi valija en el living porque la llegaba hacer en mi ex pieza y en segundos ya tengo a las nenas dando vueltas por al lado mío.

Sin que lo planeemos con Diego, venir a Argentina fue más una visita familiar que otra cosa. Él ya estaba acostumbrado pero yo no.
Lo veía tan cómodo en casa que puedo apostar todo lo que tengo que cuando yo vivía en España, él venía con Pico a pasar algunas tardes en Nordelta. Apuesto todo.

—A ver cuando te venís a algún torneo con las nenas, eh.—Mi tio saluda a mi mamá antes de meterse el auto.

—Dejalas con la abuela y veni vos, ma.

—¿Por qué tan mala?—Diego se ríe mirándome.

—Son un dolor de huevos.

—A ella porque le demuestran mucho amor y la nena grande es fría —Contesta mí mamá mientras saluda a Diego—. Lo que te espera, Peque.

—Esto recién empieza —Dice Pico arrancando el auto—. Nos vemos, familia.

Saludamos a mamá y nos vamos directo al aeropuerto para volver a México, el segundo torneo que había viajado al lado de Diego como acompañante. Al lugar donde todo empezó, lastima que no era el mismo torneo.

El menos pensado |Where stories live. Discover now