Capítulo 1.

972 73 15
                                    

Me siento como una tormenta, como un torrencial sin fin.

Cinco años después.

"Ha transcurrido un tiempo" afirma con amabilidad mientras me sonríe, hay algo en su sonrisa que no puedo descifrar ¿Picardía? Quizás se trata de un coqueteo inocente e indirecto, porque él tampoco parece percatarse de ello, por el contrario hay algo en su expresión tímida, parece estar esperando que lo invite a pasar, pero yo no me doy cuenta.

Luego de la partida de Hoseok, Taehyung también se fue, en ese instante con él en la puerta de mi nueva casa, con una dirección y con una vida no tan discreta, ni tampoco como la vida que solía llevar, ya no, presiento que no hay espacio para él.

No sé que decir, es como si las palabras se han atorado en mi garganta, pero él continúa esperando, esperando que le diga que entre, pero todo lo que quiero saber es como consiguió llegar hasta mi casa.

No odio a Tae, lo extrañé por mucho tiempo, lo esperé por mucho tiempo, quizás si llegué a odiarlo por olvidarse de mí también, así que no sé de que manera decirle que entre cuando me dejó justo cuando Hoseok también lo hizo.

Lo recuerdo aún, al pelinegro, lo recuerdo muy bien, pero no es momento para pensar en él, no con Taehyung esperando a que diga algo.

"Tae..." susurro más en un jadeo que una palabra, el brillo se extiende por sus ojos, pero no parece el mismo chico al cual vi irse hace siete años a Canadá, no es la misma persona, el brillo que reluce en su rostro viene acompañada de la madurez ¿Y cómo no? Ahora es todo un hombre, un hombre con unos veintitrés años al menos, delante de mí "E-esto, pasa" me aparto un poco en medio de la vacilación para darle espacio, en el intervalo de segundos que él pasa a mi lado como un resoplido de los árboles, cierro los ojos con fuerza para aclarar mis ideas, porque no sé en que pensar así como no sé que sentir.

"Es linda" declara, escondiendo sus manos dentro de la bolsa de su pantalón, luce más grande en esa posición y yo me siento tan delgado y pequeño con los pies descalzos "Sabía que comprarías una casa así de hermosa"

"Uff, es un alivio que los halagos no sean para mí" le dijo aún con timidez y el sarcasmo incrustado, él se ríe como si ya se lo esperaba "¿Quieres tomar algo?" me esfuerzo por preguntar aún cuando no tengo la menor idea de que hacer.

"Me parece bien" asiento levemente y me dirigo a la cocina, paso delante de él y vuelvo a sentirme pequeño al recordar su tamaño y mis pies descalzos, pero no hay manera de ocultar lo segundo, camino lo más natural que puedo, porque no puedo adaptarme a su presencia.

Kim fue mi mejor amigo por demasiado tiempo, tanto que al irse no sabía como confiar en él otra vez cuando regresó.

A veces las cosas se rompen y se pierden piezas y es eso lo que hace no funcionar las circunstancias, no podemos forzar conexiones y yo lo entendí antaño.

Él me sigue porque no le queda remedio, sin embargo y para mi suerte no me está mirando a mí, sino, a la casa en sí, sé sobre todo que está siendo sincero, así que necesito saber que está haciendo aquí con la misma sinceridad.

Me había cansado de los rodeos y de las mentiras, necesitaba verdades y enfrentarme a ellas sobre toda las cosas sin importar la inmensidad de su ardor.

"Y bien..." inicio, extendiendo mi brazo para poder tomar un vaso de vidrio y llenarlo del jugo de naranja que yace en la nevera, por suerte no debo pararme sobre la punta de mis pies -no demasiado para ser sincero- así que no necesito que ningún conocido algo e imponente del pasado venga a por mí, se pose a mis espaldas y trate de ganarse mi confianza al bajarlo, pensé incluso en eso en el instante de ver los muebles antes de ser puestos en su lugar.

Destino [Hopemin] #2Where stories live. Discover now