Parte 57

36.8K 1.3K 4.2K
                                    

Camila cogió un taxi y llegó a su casa. Aún continuaba muy enfada, las cosas empezaban mal y no le gustaba que eso fuera a seguir así. Pagó el taxi y se bajó, buscando las llaves de su casa. En ese momento de distracción alguien, con un guante negro, lo único que alcanzó a ver, la agarró por atrás, tapándole la boca y la nariz con un pañuelo que olía realmente mal, dejándola dormida en muy pocos segundos.

Una hora más tarde la pequeña despertó en una sala, oscura y aparentemente vacía, totalmente desconcertada. ¿Dónde estaba? ¿Quién la había llevado hasta allí? ¿Por qué? ¿Para qué? Gritó, aporreó la puerta, pero nadie se molestó en abrirle o responderle, así que desistió en su intento y se sentó. Varios minutos después recordó que tenía su móvil en el bolsillo; lo buscó e intentó llamar, pero no había señal, cosa que la desesperó aún más.

Esperó y esperó, realmente ya no sabía cuánto tiempo había estado esperando y, de tanto hacerlo, había perdido la noción del tiempo, se iba a volver loca si no entraba nadie por esa puerta. Varios minutos después, sorprendentemente parecía que le habían leído el pensamiento y esa puerta se abrió. Camila, entre tanta oscuridad, observó a esa persona. No la pudo reconocer bien, pero le pareció ver un cabello castaño, cosa que la puso nerviosa, pues creyó que podría tratarse de Lauren, aunque tratando de negárselo a sí misma. La incógnita solo duró unos pocos segundos más, pues esa persona encendió la luz, dejando que Camila confirmara que, sí, se trataba de Lauren, cosa que no entendía.

-¿Lauren? –Preguntó, sabiendo perfectamente que era ella, levantándose del suelo para estar a su altura- ¿Qué... qué pasa? –Preguntó, sin comprender nada- ¿Fuiste tú la que me trajo hasta aquí? –Volvió a preguntar, deseando y esperando que la respuesta fuera negativa.

-No–Dijo simplemente, cosa que, de alguna u otra forma tranquilizó a la Pequeña-Yo no fui, pero si lo ordené –Añadió, cosa que le quitó toda la tranquilidad a Camila.

-¿Qué? –Dijo incrédula- Pero... pero... no entiendo nada –Decía- Te habían llamado y... no sé, ibas a recoger a tu hermana y te ibas a ir a no sé donde... ¿no?

-No –Respondió nuevamente, a la par que negaba con la cabeza- Eso era simplemente una tapadera para que regresaras a tu casa.

-¿Cómo? –Volvió a decir, cada vez más incrédula- ¿Por qué?

-Simplemente quiero que esto te sirva de advertencia para que no vuelvas a traicionarme como lo hiciste y sepas que, si lo vuelves a hacer, vas a estar encerrada días–Dijo fríamente.

-¿Pero qué mierda estás diciendo? –Dijo, ya alterada- ¿No se suponía que... que estábamos juntas? ¿Y que confiabas en mí? ¿Y... y que me querías? –Observó como Lauren se reía sarcásticamente, cosa que le dolió infinitamente- ¡¡¡No entiendo nada!!! –Gritó, con la voz rota.

-Le estaba costando bastante actuar como si nada de eso le importara- Todo es mentira Camila, todo. No te quiero, no siento nada por ti. No confío en ti y por supuesto no estamos juntas, ni si quiera te hagas ilusiones, yo nunca estaría con una persona como tú.

-¿Qué estás diciendo Lauren? Esto es broma, ¿no? –Dijo con algunas lágrimas saliendo de sus ojos, rogando a dios que la respuesta fuera positiva.

-Volvió a reírse sarcásticamente- ¡No seas imbé*cil! ¡Claro que no es una broma! ¡No te quiero, no siento nada por ti, me eres indiferente! –Gritó, tratando de resultar más convincente, sintiéndose demasiado mal.

Enemigas intimas CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora