To die for

407 59 39
                                    

El camino de regreso al pueblo fue lo más silencioso e incómodo para Ennis. No se atrevía a preguntar lo que tenía en la punta de la lengua. Quería hacerlo, tenía muchas ganas de hacerlo, pero enfrente de todos no era una buena idea. Tuvo que esperar entonces hasta que ambos pusieron pies en suelo firme. Jack comenzó a caminar sin decir nada, como si no le importara

–Espera ¿Qué sucedió allá?– estaba confundido y ¿como no estarlo?

–Te besé– contestó sin astibo de preocupación o sentimiento parecido

–Si, pero ¿porqué?– volvió a preguntar

–A ver Ennis, he soñado tantas veces contigo, me besas, me amas, haces lo que quieres de mí, luego me rechazas y vuelvo a ti aunque no tenga sentido y siempre termine igual. Luego una supuesta medium me dice que venga a esta montaña si quiero verte, lo hago y resulta que eres real, así que decidí besarte para saber si de verdad se sentía tan bien besarte y ¿qué crees? ¡Sí!, e incluso mejor...– no pudo continuar ya que el otro le besó.

Le desesperó tanto que no encontró una forma más sencilla de callarlo. Fue algo corto, no estuvo mucho tiempo pegado a sus labios pero si logró poner de un tono rojo al pelinegro.

–Hablas mucho ¿sabías?– dijo sin más

–Esto es tan raro – confesó el ojizarco

–Deberíamos darle un borron. Supongamos que acabo de verte y me pareciste tan atractivo que me atreví a hablarte – tomó aire para continuar– ¿quieres ir a comer una hamburguesa? Necesito una excusa para seguir hablando contigo – el otro comenzó a reír.

Cuando hablaba era muy agradable. Aceptó ir. Lo malo fue que no sabían nada de aquel lugar, así que se perdieron. Estuvieron por casi una hora caminando por las mismas calles hasta que encontraron una cafetería. Entraron con confianza, sintiendo que conocían aquel lugar. Según un cartel, décadas atrás había sido una cantina.

Eligieron una mesa cercana a la puerta. Esperaron para seguir con su plática hasta llegaron sus pedidos. Había muy poca gente a esa hora, así que podrían hablar abiertamemte de lo que quisieran.

Ennis dio la primera mordida admirando su sudadera en el cuerpo del otro. No le quedaba mal en realidad. Se veía aun mejor y resaltaban sus ojos azules. Nunca había visto tal azul, en ninguna persona, ni siquiera en el cielo.

–Si me acabas de conocer ¿porqué tanta insistencia de ver mis ojos?– el dueño de estos levantó una ceja y recargó su barbilla en su mano

–Es que quiero sacartelos con una cuchara – contestó sonriendo.

Quería coquetearle lo más que pudiera. Le gustaba coquetear con él. Era algo nuevo, con trabajos aceptaba que era gay, pero se estaba esforzando por seguirle el juego.

–Deberías dejar de mirarme así, podría besarte de nuevo – advirtió mordiendo también – Cuentame algo de ti que no sepa

–Sabes casi nada de mí – contestó

–Exactamente– sus sonrisas se ensancharon. La chica que estaba como mesera podía jurar que podrían besarse.

–Soy hijo único. Estudio artes en la universidad, música para ser preciso; la chica con la que vine es mi única amiga y está enamorada de mí – notó como el otro levantó sus cejas en un gesto de impresión – también he soñado con Brokeback, y contigo – confeso con voz baja – y soy gay.

¿Lo había aceptado? ¿Porqué? ¿Solo por unos ojos azules? Hermosos ojos azules. Su rostro se convirtió en rojo, casi como el tomate que estaba comiendo. Era la primera vez que lo decía, que lo aceptaba... Si que tenía vergüenza.

BrokebackWhere stories live. Discover now