Montaña Brokeback

458 57 27
                                    

La chica se sentía insegura de lo que iba a hacer, pero siguió con su camino. Era de su conocimiento que la iban a tomar a loca, y sin embargo, lo hizo.

–Amapola ¿estás aquí? – soltó al aire, cerca de la fuente – Necesito tu ayuda

Hacía tiempo que la conocía, aunque era muy extraño por las razones: ella tenía un mal de amor, y después de que la chica morena le invitó una malteada, olvidó lo que sentía.

–Aquí estoy – le dijo apareciendo a su lado

–Es extraño, pero mi amigo te necesita. Ha tenido sueños extraños y quiere saber si está loco o si tiene una explicación lógica.

–Todo tiene una explicación, creeme – comentó la chica – ahora, llevame con él.

*

Era de noche. No sabía porqué había accedido, pero estaba ahí. Caminó alrededor, buscando distraerse y matar el tiempo. Denisse no regresaba, así que estaba por irse y disculparse por la mañana.

Así que caminó y se encontró con una librería. Por pura curiosidad comenzó a ojear los libros. Pasó por romance, ciencia ficción, mitología, terror, misterio y demás, hasta llegar a los libros en oferta.

Algunos de coaching, otros de cocina y vio un azul hasta abajo. Lo jaló hasta sostenerlo en ambas manos y comenzó a sentir su textura: era un libro de pasta dura, con las letras grabadas diciendo: La montaña Brokeback .

Al frente tenía una postal de una montaña distinta, y al abrir, hasya final tenía una postal con la montaña del título.

Lo abrió y encontró algo que le hizo tener un escalofrío "Ennis del mar y Jack Twist". Pero, se lo llevó. No importaba que tan raro era, quería encontrar respuestas.

–¿Qué precio tiene?– preguntó a la chica que atendía

–Un dolar – dijo con amabilidad.

Lo pagó y guardó en su mochila. Después salió extrañado, dispuesto a irse a casa.

Pero se detuvo al ver una chica morena que acompañaba a Denisse. Era igual de hermosa que su amiga, pero también le pasaba lo mismo: no podía verla más allá de una chica linda.

–Hola, soy Amapola, mucho gusto – le ofreció la mano para estrecharla y él la aceptó

–Ennis – sonrió

–¿Sólo Ennis? ¿No tienes apellido?– un recuerdo vino a su mente. pero un recuerdo muy vago. Era como sí no fuese su recuerdo. Se asustó un poco por lo que había pasado, así que alejó su mano de la otra.

La chica lo notó, pero lo había hecho a propósito. Tenía que devolverle los recuerdos que pudiese.

Querían ir a otro lugar, algo más privado. Así que eligieron la librería-biblioteca donde el chico se había entretenido.

Amapola le pidió la mano a Ennis, aunque ella misma ponía los sueños en su mente. Tenía que cumplir con su labor.

–Tienes que ir a la montaña Brokeback, solo ahí encontraras tú respuesta, ahí sabrás si los ojos azules que te tienen enamorado son reales y existen – determinó solo con leer un poco su mano, claro, le había dicho otras cosas más sobre su vida, pero eso era lo mas importante – Sé que trabajas el fin de semana, pero tienes que ir este fin de semana

–Dejemos de lado mi trabajo, Brokeback queda muy lejos de New Jersey – comentó

–¿Querías respuestas, no?– Le dijo su amiga con algo de molestia –Ahora tienes la oportunidad de saberlas. Aprovecha.

El rubio admiró a ambas. Tal vez tenían razón.

*

–Eres demasiado para mí Ennis, ojala hubiese sabido como renunciar a ti

–¿Y porqué no lo haces?

El movimiento del auto lo hizo despertar. Le dolía el cuello y las piernas de estar tiempo sentado. Quería levantarse un poco, pero también tenía ganas de dormir. Los sueños eran más vividos, más crueles y tristes incluso, así que se cuestionó que tan bueno sería conocer a aquel rubio.

Se levantó de su asiento y fue al baño que estaba en la parte de atrás. No caminó mucho. Entró para hacer sus necesidades, echó un poco de agua en su cara y recordó la escena otra vez.

Le era triste ¿porqué si amas alguien no puedes aceptarlo y ya? Tal vez era miedo, pero el miedo -al menos para él- era algo que debía de dejar de existir cuando amas a alguien.

Salió para ir a su asiento. No sabía ni como había convencido a sus padres de dejarlo ir a un viaje de casi un día para ir a unas montañas que también fungían como zona turística, en ocasiones.

Había investigado y aquellas montañas se volvieron algo conocidas por un libro que hablaba sobre una historia de amor que sucedió en aquel lugar. Así que los fanáticos del libro iban de vez en cuando a visitar aquel lugar.

Habían puesto incluso algunas cabañas para que se hospedaran, pero a la entrada de la montaña.

Le faltaba una hora para que su viaje terminara. Se quedó despierto todo ese tiempo, notando los bellos paisajes que habían e incluso tomando fotografías con su teléfono.

Al bajar comenzó a caminar y caminar hasta llegar a las dichosas cabañas. No eran muy caras a pesar de que eran casi un centro turístico.

Tomó un baño relajante y se quedó dormido. Solo tenía un día para estar ahí; le importaba muy poco si no iba a sus clases el lunes siguiente.

–No soy marica

–Yo tampoco.

Despertó unas horas después. Era de noche, pero aún así salió a caminar para no perder la oportunidad de ver el lugar siendo noche.

Miró las montañas, eran hermosas, pero lo que más le llamó a atención, fue que aquel lugar era igual a sus sueños, o bueno, casi igual. Algunas cosas habían cambiado.

Se dio la vuelta, pero se perdió tanto en aquel lugar que no notó a dos chicos que caminaban hacía él.

Al voltear chocó con uno, tirando su libro. Cómo él había sido el culpable, se detuvo a levantarlo. Leyó el título del libro y sonrío

–Disculpa, creo que esto es tuyo – se lo devolvió y se quedó sin hacer movimiento alguno.

El chico frente a él, era demasiado parecido al de sus sueños

¿ÉL ERA REAL?

Sus ojos verdes, su pelo rubio, sus cejas, sus labios... Esos que tantas veces había besado, al menos en sus sueños.

–Sí, es mío – lo tomó igual de nervioso e incluso un poco más

–Me llamo Jack – extendió su mano hacía el otro

–Soy Ennis – La recibió con gusto y sonrió

Había soñado distintas veces con aquella escena, tantas que podía repetirlas como si de un guión teatral se tratara.

–¿Sólo Ennis? ¿No tienes apellido?– las palabras salieron sin pensar.

Ambos sonrieron cómplices, sabían lo que significaban esas palabras.

*

We are the champions, my friends.

We are the champions, we are the champions.

Yayayayaya

¡Ya se conocieron!

BrokebackWhere stories live. Discover now