Strawberries and cigarettes

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Hacía unas semanas que su rutina había cambiado.

Antes, se despertaba, maldecía ir a la escuela y de mala gana se preparaba para caminar hasta la parada de autobús, esperaba a llegar a la institución para tener un día aburrido.

Después de ir a Brokeback, sus mañanas eran interesantes.
Ahora, cuando despertaba se sentía lleno de energía y emoción. Al encontrar los mensajes de Ennis deseandole un buen dia, una sonrisa aparecía rápidamente en sus labios y confiaba profundamente en que de verdad tendría un buen día, pues para él, las palabras de Ennis eran casi mágicas.

Los problemas cotidianos en su escuela o en su vida no tenían tanto peso como antes, el rubio le daba la fuerza para lidiar con todo lo malo en el mundo, no importaba que no estuviera físicamente allí, podía sentir en cada fibra de su cuerpo que una parte, aunque fuera una muy pequeña y no visible parte de él, siempre lo acompañaría.

A veces le llamaba cuando tenían clases libres para saber como les iba. Y eso que habían pasado dos semanas.

Bajó del autobús para dirigirse al edificio, que estaba a unos metros de ahí. Se concentró en contestar los mensajes del rubio cuando sintió que alguien lo jalaba hacia atrás.

–Deberías despegar la vista del teléfono, alguien puede chocar contigo o te atropeyan – le dijo la chica con un tono de enojo y burla.

Desde que volvió de aquel viaje todos notaron el cambio: de ser un don Juan, que conquistaba a cualquier persona que le gustara, pasó a ser alguien que apenas y se fijaba en algún chico lindo que pasara, casualmente, rubios. Sin embargo, Nataly, quien había sido su amiga de años, y hacía unas semanas amigos con derechos, fue quien más notó la diferencia. No salía con ella, ni siquiera se dignaba a llamarle o mandarle un mensaje, cuando Jack se la pasaba en el celular, hablando con un chico que conoció por dos días.

–Hola Nat – metió el aparato en su teléfono – ¿Qué pasa? – sabía que metió la pata. Dejando de lado su relación de cada fin de semana, había dejado de lado su amistad. Se encontraba apenado, demasiado.

–Creí que habías perdido el teléfono o algo, pero veo que no – siguió caminando – y estás bien, te ves bien y sano – la culpa invadió su pecho.

–Perdón. He estado metido en todas partes y a la vez en ninguna – intentó disculparse.

–Sí, claro – prefirió no hablar más de ello – bueno, tenemos un compañero de intercambio; me pidieron que le diera el recorrido, pero para que pueda perdonarte, tú dale el recorrido.

–Para empezar ¿intercambio? Estamos a unas semanas de terminar el semestre – fue interrumpido.

–Lo sé, en ningún momento dije que iba a tomar clases desde ya – le recordó – y por cierto, ahí viene – volteó detrás de él; en respuesta giró la cabeza en la misma dirección.

Un chico sonriente se acercó a ambos, especialmente a Nataly. La saludó algo tímido, después miró al castaño. Y le gustó.

–Hola Rand, él es Jack y te va a dar el recorrido – señaló con la palma abierta a su amigo.

–Jack – le extendió la mano.

–Randall – tomó su mano y la apretó – eres muy atractivo – comentó.

La chica comenzó a reír, burlándose de la situación.

–Es un caso perdido. Sus ojos azules están enfocados en un rubio desconocido para mí, para mí que soy su mejor amiga – suspiró – los dejo, tengo que ir a clases.

–Yo también – murmuró para sí mismo el ojizarco.

–¿Podemos empezar por los baños? – preguntó el otro chico, a lo que Jack le sonrió, mostrando sus colmillos. Le hizo un gesto para que lo siguiera.

BrokebackOù les histoires vivent. Découvrez maintenant