Crazy

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-¡Ennis!

-¿Qué?

-Entra a la tienda

-¡ENNIS!- un grito lo devolvió a la realidad, porque no estaba dormido. Estaba en pijama, viendo el televisor de la sala.

Era otro fin de semana aburrido en su casa, y siendo sábado tenía la costumbre de levantarse hasta tarde, así que volvió a soñar con la montaña, Jack y algo raramente erótico. ¿Realmente el alcohol lo hacía dejar de lado su heterosexualidad? Como sea que fuere, repetía ese sueño una y otra vez en su mente, para saber si no olvidaba algo. Y también porque le gustaba recordar lo que hizo.

-Mamá, sí. Sí iré con Denisse, la invité a comer no a desayunar - dijo con pereza.

Denisse era su amiga, pero su mamá quería verlos como algo más y por eso insistía en que salieran. A él no le gustaba, pero ella de él sí.

-Son las 3 de la tarde - enfatizó su madre, haciéndole caer en cuenta de que era demasiado tarde.

La había citado a las tres con treinta minutos, y el parque donde debían verse estaba a quince minutos en coche, pero solo tenía para la comida de ambos. Así que se vistió rápido y comenzó a correr.

Cuando el aire comenzó a faltar, se detuvo. Respiró y respiró hasta recuperar su tono de piel, para reanudar la carrera.

Volvió a detenerse cuando vio a la chica castaña, con un vestido rojo sin mangas, esperando. En realidad se veía muy lomdar, le quedan muy bien ese vestido a su cuerpo, pero... No sentía ninguna atracción. No entendía porque los sueños que tenían le eran aún más emocionantes que su primer beso.

Algo andaba mal, muy mal.

-¿Llevas mucho tiempo esperando?- preguntó agitado

-Acabo de llegar Ennis, tranquilo - la chica sonrió.

Se veía realmente adorable con su mejillas rojas por el calor de la carrera. Llevaba tiempo gustandole, pero había algo que la detenía para "conquistarlo". Para ella, que tenía diciocho años y más de cinco novios, se le hacia raro que su amigo un año mayor, solo había dado su primer beso. Así que sabía que aquel chico guardaba algo y ese algo la detenía.

Caminaron un rato por el parque, después fueron a comer al restaurante de comida china para volver al parque. En ese lugar se conocieron, después se dieron cuenta de que estudiaban en la misma escuela.

Poco a poco su amistad se fue fortaleciendo, a tal punto que ella sabía de sus sueños con el pelinegro.

Ese día se quedaron platicando de todo. El rubio no quería contarle sobre su sueño de esa mañana. Pero de todos modos llegaron a esa conversación, sus sueños. Y con ello la chica llegó a la conclusión.

-Que no soy gay - repitió por décima vez

-¡Ay, por favor Ennis! Llevamos horas aquí, ya casi se hace noche y ni siquiera has intentado besarme - exclamó la chica.

El rubio en cuestión la tomó de las mejillas y cuando iba a besarla, se detuvo.

-No era un reclamo -aclaró la chica riéndose. Quitó sus manos de su cara y volteó hacia enfrente - bueno, no voy a presionar a que no digas o aceptes, pero al menos deberías aceptar que esos sueños no son normales.

El chico se quedó viendo a la misma dirección, y después se agachó. Tenia que decirlo, quería decirlo; era de su conocimiento que si no lo decía le iba a hacer daño.

-Creo que si soy gay -admitió y la chica soltó un pequeño grito de emoción - pero tengo miedo.

Denisse decidió que se merecía un gran golpe. Así que golpeó su nuca. El chico se quejó.

-Ennis, ¿De qué tendrías miedo?- dijo con un poco de burla, pero tenía razón ¿de qué podría tener miedo?

-De que sea real y de que no lo sea- admitió con un nudo en la garganta; suspiró para continuar - de que si es real no me corresponda, o de que me corresponda. O de que esté enamorado de un fantasma. De amar y ser amado, o no ser amado, o de que me amen y no poder amar

La chica lo miró con desesperación. Se merecía más golpes, pero solo de llevó las manos a la cara con exasperación. El chico en cuestión rio, sabía que era desesperante en ocasiones.

-Te diré algo: los miedos se acaban, aunque no lo creas, pero después nacen otros, frente tus narices, pero también se terminan. El miedo siempre está ahí, en distintas formas.

El chico se quedó callado. La temperatura comenzó a disminuir y el sol estaba oculto. Era hora de ir a casa. Así que se levantó y ofreció para que la llevara a casa.

-Tal vez conozco a alguien que te puede dar una respuesta, pero tienea que abrir tu mente - comentó cuando la llegaron a su casa - es una medium.

Ennis comenzó a reír, no creía en ello. Pero le tomó la palabra a su amiga. El día lunes visitarían a aquella "medium".

*

Su cuerpo le pesaba. El tiempo era frío, pero la fogata frente a él le proporcionaba calor. Se sentía tan cansado, que comenzó a dormirse frente a dicha fuente de calor.

De pronto, sintió como dos brazos lo sostenían por detrás.

-"Te estás durmiendo como caballo", eso me decía mi madre de niño ¿y sabes que hacía? Me cantaba - entonces esa voz que se tornó dulce, le cantó en el oído con calma y tranquilidad, tanto que lo arrulló, pero también sintió el amor que tanto quería - me tengo que ir, nos vemos mañana.

Después de eso, lo soltó y subió a su caballo. Jack se quedó viendo como se alejaba y perdía en el bosque.

Ya no quería dormir solo, quería dormir en esos brazos toda su vida.

Al abrir sus ojos se encontró con la luz del sol pegando directamente a su cara. Se quejó, ya no podía dormir más. Con pesadez, fue camino a la ducha, donde despertó completamente.

Era domingo, odiaba despertarse en domingo, tenía que ir a misa. Nunca se sintió demasiado cómodo ahí.

Entonces se le ocurrió fingir un dolor de estómago en medio del desayuno, que fue creíble. Lo dejaron durmiendo, pero se levantó media hora después para ir a que le leyeran la mano.

Tampoco era muy creyente, pero necesitaba esa respuesta.

Quería saber quien era el chico de los ojos verdes.

Sin sentirlo, llegó a dicho local. Entro no muy seguro de lo que hacía.

-¿Tú eres Jack? - preguntó una chica morena desde una mesa; el chico asintió - pasa y sientate ¿Qué es lo que te aqueja?- el interés se escuchaba genuino, aunque ya lo sabía.

-Son sueños, pero usted es la experta, así que ¿adivine?- intentó burlarse

-Has soñado con un chico rubio de ojos verdes y con la montaña Brokeback y ni siquiera he tocado tu mano querido - el chico se quedó callado, algo avergonzado - tienes que ir a esa montaña, de preferencia el otro fin de semana.

El chico se quejó, debía trabajar. Pero la chica dijo que no había lugar para excusas, era su única oportunidad, y tenía que aprovecharla.

Queriendo o no, aceptó ir.

En verdad quería saber lo que significaban esos sueños.

*

Me privo de decir algo.

BrokebackWhere stories live. Discover now