Another place

474 56 32
                                    

Un movimiento hizo que volviera a abrir los ojos. Estaba aferrado al descansa brazos y su estómago estaba más que revuelto. Quería bajar de ahí, pero era imposible. Lo único que le quedaba era esperar y dormirse hasta que el avión aterrizara.

Su amiga, quien iba a su lado, estaba harta de esa situación. Entendía que el chico no hubiese viajado antes, pero eso ya sobrepasaba su paciencia; bueno, ella no era una persona que se distinguiera por ser paciente.

–Ennis, mejor duerme antes de que te de un puño en el rostro para que caigas desmayado– dijo un tanto molesta.

El rubio volteó a verla y se encontró con que estaba viendo su libro. En ese momento, las nauseas y el miedo se le quitaron al instante: tenía que ocultar su libro.

–Dame – jaló el libro, algo fuerte, de tal manera que logró arrebatarlo de sus manos.

Era como su tesoro: se sintió identificado con el personaje que se llamaba igual que él, cosa que lo hizo sentir escalofríos, pero aún así continuó con su lectura. Sin embargo, sabía que si alguien lo llegaba a leer, creería que estaba obsesionado con aquella montaña; y sí, lo estaba, pero no por el libro.

–Sólo quería ver las fotos, no lo estaba leyendo – dijo la chica con algo de sueño – me voy a dormir – avisó antes de cerrar los ojos.

Ennis se recostó en el asiento buscando poder dormir, pero su vejiga no se lo permitió. Tuvo que caminar hasta el baño y hacer sus necesidades estando mareado. Se permitió lavarse la cara y respirar un poco. Al final su centro de gravedad le dio tregua.

Volvió a su asiento tranquilo y dispuesto a disfrutsr su viaje. Tenía una botella de agua, así que la abrió para comenzar a beber. Sacó su libro y volteando a todas partes, le dio lectura.

Sin darse cuenta se queda dormido en la parte del divorcio. Cuando despertó fue porque una azafata le dijo que estaban por aterrizar. Volvió a meter su libro a la mochila. Puso el cinturón y esperó.

Una vez que salieron de que avión su apetito volvió. Caminaron hasta algún lugar donde vendieran hamburguesas. Estaba a gusto, comiendo la combinación de pan con carne y otras cosas cuando recordó que debían viajar todavía. Las montañas quedaban lejos todavía.

Lo malo no era el tiempo. Lo malo era que no podía viajar con el estómago lleno o vomitaba. Tuvo que tomar medicamento para no vomitar aitad del viaje.

Cuando llegaron al lugar, fueron a buscar el hotel donde se hospedaría Ennis, ya que Denisse se quedaría con su familia que vivía a unos dos pueblos de ahí.

Fue difícil convencer a sus padres, pero como la chica también iría, le dejaron viajar. Creían que eran novios o algo.

Al llegar al hotel, el rubio dejó casi todas sus cosas. Llevó su mochila con el libro, solo para comparar lo que había cambiado desde que se escribió el libro.

–No entiendo porque es tanta tu necesidad de ocultar el libro – confesó la chica al ver que lo llevaba en su otra mano

–Solo no quiero que nadie lo vea, es mío y ya – lo tomó con más fuerza y la chica trató de quitarselo. Comenzaron a forcejear en juego, sin notar a un chico que estaba casi en frente de ellos.

El pelinegro al voltear chocó con Ennis y tiró su libro. Las mejillas del rubio se tiñeron de rojo por la vergüenza que le causó.

–Disculpa, creo que esto es tuyo – le extendió la mano para devolverlo.

Ambos se quedaron quietos.

Él era real. Aquel chico de ojos azules de ensueño, esos labios totalmente deseables y su pelo negro.

BrokebackWhere stories live. Discover now