【 ᴄʀᴏꜱꜱᴏᴠᴇʀ ɴᴀʀᴜᴛᴏ x ꜱʜᴜɢᴏ ᴄʜᴀʀᴀ 】
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En el clímax de la batalla fina, no esperaban ser teletransportados a un mundo tan distinto del suyo.
Mientras intenta averiguar cómo regresar a casa, Sakura se en...
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Autora POV
— ¿Saku-chii...? —Yaya la llamó. A pesar de que aún se encontraba bastante adormilada, se podía presenciar cierto aire de preocupación al haber escuchado a la pelirrosa gritar tan fuertemente. La niña se frotó los ojos en un intento de despabilarse y posó su mirada en el pequeño reloj que había junto a la cama de la pelirrosa. — Aún es muy temprano... ¿Qué sucedió?
La ojijade no estaba segura de qué responder. Aún se encontraba bastante impactada por la imagen que tenía frente a ella.
¿Cómo habían llegado aquellos huevos a su cama? Sakura estaba bastante segura de que no habían estado allí la noche anterior cuando se acostó a dormir, incluso si se hubiese tirado a la cama sin fijarse, los hubiese notado. También estaba segura de que nadie había ingresado a su habitación durante la noche, pues a pesar de su falta chakra, aún poseía sus reflejos e instintos... Años de tener que mantenerse alerta durante sus misiones simplemente no se borraban de la noche a la mañana.
Entonces... ¿Cómo? Aquello seguía siendo un misterio realmente grande. La pelirrosa también se sentía intrigada por el hecho de que ninguno de los huevos parecía haber sufrido daños, lo cual le sorprendía... Estaba segura que su peso era por lo menos suficiente para agrietar un objeto tan frágil, sin contar que simplemente podría haberlos arrojado fuera del colchón sin darse cuenta mientras dormía...
Lentamente, la adolescente extendió su mano para tomar uno, estremeciéndose ligeramente cuando sintió la calidez del mismo contra su mano.
El extraño diseño que poseía le dejaba saber fácilmente que no se trataba de un huevo de ave común y corriente, pero la calidez que conservaban... Algo crecía en su interior...
— ¿Saku-chii? —Yaya la volvió a llamar, colocando una mano sobre su hombro. Parecía que la chica de cabellos cobrizos aún no se había percatado de los huevos, hasta que... un agudo chillido de emoción escapó de sus labios. — ¡Saku-chii! ¡Esto es maravilloso! —exclamó mientras atrapaba a la contraria en un sofocante abrazo.
Sakura ni siquiera podía procesar por qué su nueva amiga parecía tan feliz.
— ¿Por qué hacen tanto ruido, dechu? —se quejó Pepe mientras flotaba hacia ellas. Aparentemente, todo el escándalo que habían provocado había despertado al pequeño bebé chara. La pelirrosa se sentía sorprendida de que los padres de Yaya aún no se hubiesen acercado a investigar qué sucedía.
