Capítulo 22 : Lección de honor

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DAVEN


—Luces cansado, ¿no has dormido bien? —dijo Row, sentada junto a mí.

—Es el entrenamiento. Todos estamos agotados. —repliqué terminando de engullir lo último de mi emparedado.

La cafetería de la escuela bullía en actividad mientras almorzábamos en la mesa habitual, misma que hoy lucía particularmente atestada. Yo sabía que la culpa era de esas chicas de tercero con las que Tyler y Jason coqueteaban. Llevaban días jactándose de tener carne fresca para llevar a la fiesta del lago del sábado, como si fueran un par de jodidos filetes. Ese desborde de risitas chillonas y miradas coquetas no las llevarían a ninguna parte con dos lobos hambrientos como Ty y Jason. Sólo esperaba que fueran lo bastante cuidadosos, ya que les llevaban unos cuantos años de diferencia.

—No es sólo el entrenamiento. —continuó Row mientras le daba mordisquitos a una barra dietética. —Estás saliendo tarde de Mochee's, además de todos esos deberes. Dios, estamos a punto de graduarnos, ¿por qué no nos dejan en paz con los deberes?

—Quieren prepararnos para el futuro. —dije con amargura. Me limpié con una servilleta antes de reclinarme en la silla.

—Suenas como la señorita Meyers.

Estaba a punto de responder cuando la risa estridente de una de las nuevas resonó en la mesa, y probablemente en el resto del comedor. Skyler frunció el ceño mientras Mitch se burlaba. Spencer y Evan compartieron una mirada y Amanda se masajeó las sienes como si estuviera atravesando la peor migraña de su vida.

—Son un par de pervertidos. —refunfuñó Row refiriéndose a Ty y Jason.

—¿Qué edad crees que tengan?

—Quince o dieciséis, seguramente.

—Con esa edad no deberían estar tan entusiasmadas por meterse con ese par.

—¿Cuántos años tiene Willow? —preguntó con curiosidad. —No me mires así, sólo quiero saber.

—Diecisiete.

Verónica me dedicó una sonrisa conocedora.

—Oh, sólo un año de diferencia.

Sacudí la cabeza al tiempo que observaba mi alrededor, de nuevo. Ella no había aparecido en la cafetería, aunque la vi merodear por los casilleros más temprano. Habían pasado dos días desde nuestra pelea y seguíamos sin dirigirnos la palabra. Estaba demasiado dolido para intentar acercarme siquiera.

—¿Dónde la dejaste, por cierto? A Willow.

—No tengo ganas de responder, Row.

—¿Irás a la fiesta mañana? —inquirió sin inmutarse por mi negativa a hablar de Hemsley.

Recordé el favor que Mitch me había pedido y respondí:

—Sí. Estaré allí.

—Intenta dormir algo antes o darás vergüenza.

Bostecé.

—A eso me refiero.

Extendió la mano y hundió los dedos en mi pelo masajeando con suavidad mi cuero cabelludo. Cerré los ojos y suspiré, ya que aquello se sentía increíble. Row sabía que tenía debilidad por ese tipo de mimos. Ella continuó acariciándome en silencio y presionando sobre los puntos más sensibles. Entonces, su mano se retiró abruptamente. Parpadeé frunciendo el ceño al verla concentrada en la tarea de masticar su barra.

El Día Que Las Estrellas Caigan ✔ (Destinados I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora